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Gustavo Rodríguez vuelve al futuro desde su adolescencia
A partir de la puesta en marcha del Plan Lector —iniciativa para difundir el hábito de lectura entre los estudiantes de primaria y secundaria—, una serie de escritores descubrieron en la narrativa escrita para niños y adolescentes un territorio propicio para desarrollar sus virtudes literarias. La lista de autores es bastante grande y abarca a novelistas tan destacados como Iván Thays, con El orden de las cosas (2012), y Víctor Andrés Ponce, con La última cacería (2012). Uno de estos escritores es Gustavo Rodríguez (Lima, 1968), autor de media docenas de obras narrativas —desde La furia de Aquiles (2001), Finalista del Premio Herralde) hasta República de la Papaya (2016)— quien acaba de publicar la novela juvenil Te escribí mañana (Gran Angular, 2016).
Como se sabe, Rodríguez es un destacado comunicador, varias veces premiado por la creatividad de sus campañas. Esa creatividad y su peculiar sentido del humor están muy presentes en esta nueva novela, ambientada en los años ochenta, cuando un adolescente trujillano, Manuel Martínez (Manongo), recibe unos extrañas mensajes enviados aparentemente por él mismo, pero desde treinta años en el futuro. Esos mensajes son más que nada consejos de vida, pero muestran que quien los escribe (el supuesto Manongo del futuro) conoce bien los problemas de adolescencia que está enfrentado el Manongo ochentero: el amor platónico que siente por su vecina Laura, los recurrentes pleitos entre sus padres y la trágica muerte de un familiar muy cercano.
Por supuesto, el autor emplea todo este material para ofrecernos un divertido y emotivo recuento de las experiencias propias de la adolescencia: el bullying en la escuela (aunque el término todavía no existía), las primeras fiestas (los quinceañeros de las compañeras de colegio), la estrecha amistad y solidaridad con algunos compañeros, el trabajo en el restaurante familiar, etc. Y todo ello con una nostálgica y lúdica inmersión en la “cultura” de los ochenta, tal como se vivió en una ciudad del interior del país: desde las películas, canciones y series de televisión (estas más bien setenteras, por el retraso en su difusión), hasta el Mundial de Fútbol de España (1982), el último en el que ha participado nuestra selección y que, por eso, tiene un lugar destacado en el imaginario de los peruanos.
Una de las dificultades de escribir libros para jóvenes es asumir de manera coherente el “punto de vista” del protagonista,la tan peculiar psicología adolescente, dejando de lado la racionalidad “adulta” del autor. Pero Rodríguez, incluso en sus novelas para “adultos” (es decir, no escritas para lectores jóvenes) mantiene la frescura y el gusto por las travesuras tan propio de los jóvenes, para disgusto de los críticos más acartonados. De ahí los buenos resultados de su aproximación a la literatura juvenil, como en la novela Juan Chichones, superhéroe a golpes (2015). En Te escribí mañana sentimos que algunas historias y personajes secundarias merecían un mayor desarrollo, aunque entendemos que se ha priorizado el interés y el dinamismo de la lectura. Y sobre el misterio de las cartas “del futuro”, solo diremos (para no caer en spoilers) que su desenlace, para bien del relato, es más emotivo que fantástico.
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