Editorial Cultura

Rogue One. Una historia de Star Wars

Rogue One. Una historia de Star Wars
  • 22 de diciembre del 2016

La octava entrega de esta saga es una película bélica-espacial

Desde que Disney compró todos los derechos del universo de Star Wars se han producido muchos cambios en la saga cinematográfica más exitosa de todos los tiempos. El primero fue el relanzamiento de toda la ficción, con la película Star Wars. El despertar de la Fuerza (2015), que era casi un remake, con nuevos personajes de la original Star Wars (1977, después llamada “Episodio IV”), y que se constituía en el inicio de una nueva trilogía. El siguiente paso ha sido lanzar el primer spin-off de la saga, una película en la que no figura como protagonista ninguno de los personajes principales (la disfuncional familia Skywalker, desde Darth Vader hasta Rei), pero que está vinculada lateralmente con las otras películas. Ese primer spin-off es Rogue One. Una historia de Star Wars (2016), película actualmente en cartelera y que está reeditando el éxito de taquilla de cada episodio de esta inacabable saga.

Rogue One se deriva de la primera escena de la inicial Star Wars, ese texto con grandes letras inclinadas que presenta la historia: “Nos encontramos en un periodo de guerra civil. Las naves espaciales rebeldes atacando desde una base oculta, han logrado su primera victoria contra el malvado Imperio Galáctico. Durante la batalla, los espías rebeldes han conseguido apoderarse de los planos secretos del arma total y definitiva del Imperio: la Estrella de la Muerte…”. Esa es precisamente la historia que Rogue One desarrolla, centrándose en dos personajes: Jyn Erso (interpretada por la actriz británica Felicity Jones), la hija del diseñador de la EM, quien ha vivido oculta de las fuerzas del Imperio; y Cassian Andor (el mexicano Diego Luna), un joven oficial rebelde, que junto con su parlanchín androide K-2SO (no sería Star Wars sin un robot simpático y desobediente) es encargado de rescatar a Jyn una vez que es capturada por el Imperio. Son ellos tres, acompañados de un grupo de simpáticos personajes —entre los que destaca el místico ciego Chirrut Imwe (el chino Donnie Yen—, quienes realizarán la hazaña de robar los mencionados planos.

La dirección de la película ha sido encargada al británico Gareth Edwards (Nuneaton, 1975), cuyo trabajo más conocido es la oscura última versión de Godzilla (2014). Edwards ha enfocado toda la fuerza de Rogue One en la violenta batalla, que se realiza tanto en el espacio —con las pequeñas naves rebeldes atacando a las del Imperio—, como en el planeta cercano, donde están los planos y materiales con los que se construyó la EM. Esta extensa secuencia de acción, con abundantes peripecias y actos de heroísmo, remite a lo mejor de las películas de guerra; incluso algunos críticos la han comparado con Los cañones de Navarone (1961), verdadera joya de la cinematografía bélica. No creemos que este trabajo de Edwards dé para tal comparación, aunque sí hay que señalar que estas secuencias son muy superiores a las de la primera mitad de la película, en las que la trama resulta demasiado enredada y por momentos hasta aburrida.

La razón por la que Rogue One no puede compararse con las grandes películas bélicas —a pesar de los altos estándares técnicos y estéticos— tiene que ver con la naturaleza de sus personajes, demasiado cercanos a los de los cómics. Una guerra saca lo peor y lo mejor de las personas, enfrenta a los hombres a sus más terribles contradicciones; y eso es algo que suele ponerse de manifiesto en las películas bélicas. Pero los personajes de Rogue One no llegan a estar a esa altura: Jyn y Cassian son casi “de una pieza”, nunca sentimos que en ellos haya dudas ni cuestionamientos a las decisiones que toman. Casi diríamos que en este aspecto Darth Vader es mucho más humano, desatando su ira en sus dos breves intervenciones; y hasta K-2SO resulta más conmovedor, en su intervención final, que los dos protagonistas.

Finalmente Rogue One nos deja la impresión de ser una película notoriamente inferior, en todos los aspectos, a El despertar de la Fuerza. Eso sí, es una ficción imperdible para todos los fanáticos de la saga, que seguramente disfrutarán al máximo con la presencia “digital” de personajes de la película de 1977, exactamente igual como estaban entonces, incluyendo una joven princesa Leia y el difunto actor Peter Cushing. Y al regresar del cine, esos fanáticos seguramente verán por enésima vez Star Wars. Una nueva esperanza, que continúa la historia exactamente donde termina Rogue One.

  • 22 de diciembre del 2016

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