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En el 125 aniversario del filósofo peruano
Si bien en el Perú contamos con una valiosa tradición de escritores —especialmente narradores y poetas—, nuestras letras presentan un cierto desbalance en lo que respecta a ensayistas y más aún de filósofos. Por eso no podemos dejar de recordar hoy el 125 aniversario de uno de nuestros más destacados filósofos del siglo XX: Mariano Iberico (1892-1974). Pensador de larga trayectoria, se inició con sus tesis universitarias sobre el positivismo, y ya en sus años de madurez desarrolló sus propuestas más personales en libros como La filosofía de la aparición. Ensayos sobre el ser y el aparecer (1950) y Perspectivas sobre el tema del tiempo (1958), entre otros. Además fue rector de la Universidad de San Marcos (1952-1955) y ministro de Educación (1955).
Iberico nació el 11 de abril de 1982 en la ciudad de Cajamarca, en el seno de una familia de origen amazónico. En esa ciudad hizo todos sus estudios escolares, en el colegio San Ramón. Sus ansias de conocimiento lo llevaron a continuar su formación en la más prestigiosa universidad del país, la Universidad Mayor de San Marcos, aunque eso le significara alejarse de su familia y hacer un largo y accidentado viaje, que incluyó trayectos en tren, en barco y hasta a lomo de mula. En San Marcos estudios de Filosofía, sumándose al entusiasmo que entonces despertaba en esos claustros el positivismo. Su tesis de licenciatura se tituló “El carácter”; y su tesis de doctorado fue “La filosofía de Henri Bergson” publicada en 1916. El propio Bergson leería este trabajo y le escribiría a Iberico una nota de agradecimiento y felicitación por lo acertado de las reflexiones del filósofo peruano.
En los años veinte, Iberico parecía estar completamente dedicado a su carrera académica: estudia Derecho, hace otro doctorado (en Ciencia Políticas) y es nombrado profesor en San Marcos. Paralelamente publica una serie de textos que testimonian su interés por la estética y la religión: Una filosofía estética (1920) y El nuevo absoluto (1926). En 1927, gracias a una beca académica, emprende un largo viaje a Europa, en el que visita Francia, Bélgica y Alemania. Allá actualizó sus lecturas y a su regreso al país, comenzaría una nueva etapa de su obra filosófica, desde el libro La unidad dividida (1932) hasta El sentimiento de la vida cósmica (1939). En ellos y en otros textos más breves, Iberico fue planteando las propuestas que reuniría en La filosofía de la aparición. Ensayos sobre el ser y el aparecer.
En su libro Las ideas en el Perú contemporáneo, el filósofo David Sobrevilla dedica un amplio espacio a comentar La filosofía de la aparición. Para Sobrevilla, el libro de Iberico tiene dos parte muy marcadas:
La primera trata la poesía, que según Iberico es un testimonio invalorable para estudiar el tema que lo ocupa, y porque es una zona de meditación preliminar a la intuición de la problemática y de la significación del aparecer. La segunda parte trata del objeto de la investigación. Existen tres modos de concebir el ser: el lógico, el existencial y el esencial. Iberico se constriñe al estudio del ser según el modo existencial.
Iberico continuó desarrollando sus ideas en libros como Perspectivas sobre el tema del tiempo (1958), El espacio humano (1969) y La aparición histórica (1971). Hacia el final de su vida recibió una serie de reconocimientos por su labor intelectual y académica; como el que le hizo en 1973 la Sociedad Peruana de Filosofía, en el que participaron algunos de sus más destacados ex alumnos: Francisco Miró Quesada Cantuarias, Víctor Li Carrillo, Antonio Peña Cabrera, entre otros. Murió en Lima, el 4 de julio de 1974, a los 82 años de edad.
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