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A trece años de su muerte, se publica su cuarta novela póstuma
El chileno Roberto Bolaño (1953-2003) murió relativamente joven, a los cincuenta años de edad, y cuando comenzaba a ser reconocido como uno de los más grandes escritores latinoamericanos de la actualidad. Acaso ese reconocimiento le llegó un poco tarde, recién con su novela Los detectives salvajes (1998), que en España obtuvo el prestigioso Premio Herralde y en Latinoamérica el aún más prestigioso Rómulo Gallegos. Después de su muerte, se han publicado cuatro novelas póstumas suyas, desde la extensa 2666 (2004), que el autor dejó casi terminada, hasta la reciente El espíritu de la ciencia ficción (2016), un texto que ha generado una gran polémica, pues al parecer Bolaño nunca quiso publicarlo.
Como suele suceder en estos casos, detrás de esta publicación póstuma está la viuda del escritor: Carolina López. Ella, como heredera, ha ido rompiendo con todo el entorno amical y editorial de su esposo. Especialmente con el crítico Ignacio Echevarría, amigo cercano y asesor literario de Bolaño, y a quien este encargó la edición de su primer libro póstumo (2666); y también con la editorial Anagrama, con la que Bolaño publicó lo más importante de su obra. Por supuesto, tanto Echevarría como los responsables de Anagrama son los más críticos con respecto a El espíritu de la ciencia ficción. Pero no todos comparten esas opiniones. Según la crítica y editora Valerie Miles: “Si a él (Bolaño) realmente le hubiera importado no publicar su obra inédita, hubiera dejado instrucciones explícitas a su viuda. Porque tuvo tiempo de sobra para hacerlo”.
Lo cierto es que Bolaño en sus cartas hizo múltiples referencias a esta novela y el enorme trabajo que costó concluirla. A finales de 1985 le escribía a un amigo: “Te he enviado en sobre aparte unos borradores de El espíritu de la ciencia ficción, como prueba testimonial de mi absoluta imposibilidad de vida social. Esta novela de mierda me tiene atenazado por todas partes. Quiero y debo terminarla pronto (digamos a finales de enero, a más tardar) y en la tarea me he convertido en Hulk, el hombre verde, algo desastroso, te lo juro”. Al parecer no quedó muy conforme con el resultado final, y por eso no llegó a publicarla; pero sí entregó algunos fragmentos para que fueran incluidos en revistas literarias y en otros libros suyos.
Mientras los especialistas discuten sobre si los herederos tienen derecho a publicar lo que el autor no quiso publicar en vida, el enfrentamiento entre Carolina López e Ignacio Echevarría van adquiriendo un tono cada vez más personal. El problema entre ellos parece remitirse a la relación que Bolaño mantuvo durante muchos años con Carmen Pérez de Vega. Si bien el escritor chileno nunca se divorció de López, su pareja en sus últimos años fue Pérez de Vega, quien incluso estuvo a su lado en el hospital en sus últimos días. Y Echevarría, como amigo muy cercano de Bolaño sabía de esa relación. Así, todos los cambios que la viuda está haciendo con respecto a los textos póstumos de Bolaño se deberían a su intención de “borrar” a Pérez de Vega de la historia de su esposo. Ya hasta la ha “demandado” por hablar públicamente de la relación que mantuvo con el escritor chileno.
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