Editorial Cultura

Fantasmas y crímenes

Fantasmas y crímenes
  • 17 de noviembre del 2015

El brillante director Guillermo del Toro incursiona en el cine-terror

Son pocos los directores de cine que llegan a crear, a través de sus películas, un universo propio, fácilmente reconocible por sus temas, personajes o ambientes. Entre estos verdaderos artistas está el mexicano Guillermo del Toro (Guadalajara, 1964), quien ha dirigido verdaderos éxitos de taquilla como Hellboy (2004 y 2008) y Titanes del Pacífico (2013), pero que también tiene películas más personales y ambiciosas, habladas en español, como El espinazo del diablo (2001) y la excelente El laberinto del fauno (2006). El más reciente trabajo de Del Toro es La cumbre escarlata (2915), una incursión en el horror gótico más tradicional.

La película nos remite a una ciudad norteamericana de inicios del siglo XIX, donde la joven Edith Cushing (interpretada por la actriz Mia Wasikowska) pretende liberarse del rol convencional que la sociedad le tiene asignado (ama de casa burguesa) y hacerse de un nombre como escritora. En esas circunstancias conoce a Thomas Sharpe (Tom Hiddleston, el Loki de Los Vengadores) y su hermana Lucille (una muy buena interpretación de Jessica Chastain), nobles británicos de visita en Norteamérica. Edith y Thomas se enamoran, se casan y van a vivir a la antigua mansión que los Sharpe poseen en Inglaterra, en la cima de una colina de arcilla roja y que por eso es conocida como Crimson Peak (“cumbre escarlata”). Es en este castillo decadente y ruinoso (que remite inevitablemente a la “casa Usher” de Poe) que Edith vivirá una historia de terror, llena de fantasmas y crímenes.

Así, se asume a cabalidad el relato de horror gótico, con todos sus elementos (desde la mansión decadente y aislada, hasta los espíritus de personas asesinadas) y el trasfondo temático que, como señalan los libros, no es otro que el enfrentamiento entre el orden económico del pasado (riquezas basadas en los privilegios de la nobleza) y el del futuro (el del trabajo y el esfuerzo personal). Aquí ese choque está representado en el rechazo del padre de Edith a Thomas. Pero todo esto es llevado al universo “ficcional” y estético de Del Toro (director, guionista y productor), dando como resultado esos fantasmas “metafóricos” (como se afirma en la película) de aspecto terrorífico (pero inofensivos), el peculiar uso de los colores (la sangrienta tierra roja sobre la que está la mansión) y hasta esos insectos y polillas que ingresan a la casa por los agujeros del techo. Aunque el elemento “deltoriano” más inquietante en esta película son las fuertes escenas de violencia: el asesinato del padre de Edith y la lucha final entre los hermanos Thomas y Lucille.

Del Toro ha confesado que con La cumbre escarlata intentó hacer una película de terror que continúe la tradición de aquellas que él vio de niño: La profecía, El exorcista y El resplandor; especialmente esta última, que es también la versión personal del gran director Stanley Kubrick de un relato gótico (un “castillo” embrujado, con fantasmas y crímenes del pasado). Y aunque no llega a estar a la altura de esos referentes, La cumbre escarlata es una buena película que destaca nítidamente en la cartelera actual.

  • 17 de noviembre del 2015

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