El pasado 21 de octubre, el abogado y escritor Gary Marroquín M...
Tras revolucionar la industria de la “televisión pagada” (especialmente las empresas de cable), en el 2017 la empresa Netflix comenzó a amenazar a la propia industria cinematográfica. No solo ha comenzado a estrenar películas importantes (sin que pasen previamente por las salas cinematográficas), sino también ha presentado sus productos en eventos tan importantes como el Festival de Cannes. Hoy no es extraño ver paneles en nuestras calles anunciando los estrenos de Netflix al lado de las películas de cine; como ocurre actualmente con Bright, la superproducción de Netflix dirigida por David Ayer (Illinois, 1968) y protagonizada por el siempre taquillero Will Smith (Pensilvania, 1968).
La historia que se narra en Bright es una combinación de relato policial y fantasía medieval; más específicamente, y como señaló en propio Will Smith (en una reciente entrevista hecha en Brasil), “una mezcla de Día de entrenamiento y El señor de los anillos. Como se recuerda, la “oscarizada” Día de entrenamiento (2001, con guion del propio Ayer) es la historia de un viejo policía que entrena a un joven aprendiz patrullando una peligrosa ciudad norteamericana. Aquí sucede exactamente lo mismo: el policía “viejo” es Daryl Ward (interpretado por Smith); y el policía novato, Nick Jakoby (interpretado por el australiano Joel Edgerton), es un “orco”, esos humanoides feos y fuertes de la saga El señor de los Anillos (2001). La ciudad es Los Angeles, y allí conviven los humanos no solo con orcos, sino también con elfos, hadas y seres mágicos de todo tipo. Precisamente el bright (brillante) del título, hace referencia a unos seres especialmente dotados, los únicos capaces de controlar el poder destructor de ciertos artefactos mágicos, cuya búsqueda (tanto por parte de la policía, el FBI, pandillas urbanas, orcos y elfos) es el gran motor de la acción.
Pero esa agresiva búsqueda es más que nada un pretexto para mostrarnos una sociedad violenta y dividida en grupos “étnicos”. Es obvio que el tema central es la discriminación racial, pues aparece desde las primeras escenas, en las que Jakoby es víctima del bullying de sus propios compañeros policías, quienes lo desprecian por ser el primer orco dentro de un escuadrón conformado únicamente por humanos (por otra parte, Jakoby es considerado un traidor entre su propia raza). Los orcos, más fuertes que los humanos, también conforman peligrosas pandillas a las que se tendrán que enfrentar la pareja de protagonistas. Es obvio que ellos representan en esta ficción a la comunidad afroamericana. Así lo expresó Smith en la mencionada entrevista: “Lo interesante para mí como afroamericano fue interpretar a un policía que es racista contra los orcos. Fue raro representar a un tipo que está arriba en la jerarquía social y que ve desde ahí al otro”.
Ayer es un buen guionista que desde hace algunos años está intentando dar el salto a la dirección de sus propias películas. Los resultados no han sido del todo logrados, como en Escuadrón suicida (2016) una película en la que los personajes terminan escapándoseles de las manos. Algo similar ha ocurrido aquí con los elementos mágicos y con las secuencias de acción, que diluyen la temática racial y hasta la interacción entre los protagonistas, tan importante en este tipo de películas. Y eso a pesar de la espectacularidad de algunas secuencias, del esmerado trabajo artístico y del carisma de Smith, que al parecer han sido suficientes motivos para el éxito de audiencia de Bright y para que ya se esté trabajando en el guion de la segunda parte de esta película.
COMENTARIOS