¡Volver al pasado cepaliano!

Una propuesta del congresista José Jerí, arropado por un pequeño sector mercantil, ha empezado a desarrollar la idea de volver a las viejas y fallidas políticas que se utilizaron para la industrialización vía la sustitución de importaciones. Una propuesta que reventó en deudas al Estado y que retrasó el desarrollo económico y social durante más de 30 años, y que terminó haciéndose añicos al país a principios de 1990. 

Sucede que el congresista Jerí acaba de presentar un proyecto de ley, bajo el título “Nueva Ley de Industrias”, con una lista de propuestas; por ejemplo, la exoneración temporal del impuesto predial para el incentivo de desarrollo de parques industriales, la exoneración del Impuesto General a las Ventas (IGV), el Impuesto a la Renta (IR) y las tasas arancelarias a las importaciones de bienes e insumos productivos, el descuento de hasta el 70% del IR para sectores estratégicos que reinviertan el 20% de sus utilidades netas, etc. Si bien en el papel puede parecer una propuesta atractiva para cualquier incauto, en el fondo son las mismas recetas que llevaron a la quiebra al Perú como a otros países de la región y que en el caso de Argentina aún continúa en ese callejón sin salida. 

Vale añadir que si bien también entendemos la buena voluntad del congresista Jerí para proponer la “industrialización” del Perú, todo indica que detrás de semejante propuesta apenas si se ha visto los datos y los números y se ha dejado llevar por los mitos “primario exportadores” de los ideólogos de siempre, junto con un sector del empresariado mercantil. En La revolución capitalista en el Perú, Jaime de Althaus mostró cómo las reformas económicas a inicios de 1990 “suprimieron privilegios rentistas” y se eliminó la economía artificial que había generado déficit fiscales e inflación. Hoy basta saber que la industria representa el 16.5%, con 4.1% de manufactura primaria y 12.4% de no primaria. ¿En qué quedamos entonces?

Ya en un debate pasado Waldo Mendoza, economista y ex ministro de Economía, indicaba que los países ricos lo son porque su población es altamente productiva. Es decir, porque desarrollan una educación de calidad; pero hoy en el país la educación está en manos de los sindicatos ideologizados que enseñan la lucha de clases en las escuelas. 

No solo Julio Velarde, Director del BCR, ha salido a rechazar la propuesta del Estado y el burócrata dirigista. Incluso ha enumerado los puntos que son cuestionables, entre ellos las exoneraciones tributarias que incluso existen ahora en la Amazonia; sin embargo, no han servido para el desarrollo de aquellas regiones (solo algunos mercantilistas se han aprovechado de esos privilegios rentistas, a costa de todos los contribuyentes).

Otro punto inadmisible de la propuesta es el trato desigual entre el inversor peruano y extranjero, que pone en jaque los tratados de libre comercio que son una ventana del Perú al mundo. La recesión, fruto de las políticas de Castillo que volaron el Estado, lleva a algunos congresistas y empresarios que prefieren acurrucarse en las faldas del Estado y no salir a competir, a resucitar propuestas que nos llevaron al caos, ese mismo caos del que Argentina no saldrá.