Vizcarra maquiavélico y el keikismo desconcertado

Los últimos cinco días han sido solo un entremés de lo que se viene. Asesorado por expertos en vender humo y buena imagen, el presidente Martín Vizcarra le ha agarrado gusto a gobernar golpeando a Fuerza Popular y dejarlo sin cintura, como en el fútbol. Ha encontrado que en política una imagen vale que más que mil retuits. Al presidente ya no le interesan las formas, tampoco el contenido, solo lo que se dice, solo la percepción de la calle.

El último domingo, en su mensaje a la nación, el presidente Vizcarra sostuvo que presentaría una cuestión de confianza porque “en 40 días, de los cuatro proyectos presentados ni uno solo tenía un dictamen”. Por el contrario, agregó el presidente, “solo han dilatado y desnaturalizado los proyectos”. Solo un tonto negaría que el mensaje de Vizcarra tuvo un efecto positivo para su imagen. En los próximos días las encuestadoras amigas del Gobierno publicarán una cifra que no es difícil prever: la aprobación presidencial subirá como la espuma.

Sin embargo, en la vida real la cosa parece ser otra. Lo que viene desarrollándose es una estrategia política y comunicacional muy bien pensada desde el Ejecutivo. Y de la que en Fuerza Popular parece que nadie se da cuenta, pues sus reacciones son como el ahogado que da manotazos cuando el agua inundó sus pulmones. Los ataques del Ejecutivo no son tan sorpresivos, pero en Fuerza Popular no los ven venir.

Por ejemplo, el viernes último los naranjas cayeron en la trampa de abstenerse en la Comisión de Justicia ante un dictamen que no se había discutido. Los naranjas tenía toda la razón en pedir que el dictamen se discuta antes de que se apruebe, se abstuvieron pero no vieron que los oficialistas ya tenían todo planeado. Al instante, los voceros del Ejecutivo, con sus medios y periodistas, empezaron a desplegar la idea de una cuestión de confianza. Se apropiaron del sentido común. Para meter más presión, algún columnista liberal y dizque democrático pedía sin rubor “cerrar el Congreso”.

En Fuerza Popular no se están tomando muy en serio la labor comunicacional de explicar bien a los ciudadanos (sobre todo a sus defensores) todo el embrollo jurídico de las reformas constitucionales y cuál es su papel en todo el asunto. El tema de las reformas constitucionales se ha convertido en un espacio gris, del que todo el mundo conoce algo y no conoce nada a la vez. Por eso Rosa María Palacios se atreve a dar cátedra y minimizar la opinión de expertos constitucionalistas, ante el coro y los aplausos en las redes. En los últimos días han aparecido cientos de expertos constitucionalistas.

La propia congresista Rosa Bartra ha dicho que desconocía que el presidente pediría en un mensaje una cuestión de confianza, sobre todo cuando la Comisión de Constitución habría de votar y aprobar, como así fue, los proyectos de reforma constitucional un día después. Estaba agendada la discusión y era una exageración pedir una cuestión de confianza. También la misma Bartra ha dicho que la demora de “40 días” se debió a que han revisado 18 proyectos de reformas. Sin embargo, los medios y periodistas que conviven con el Gobierno —antifujimoristas— indican ahora que los naranjas se asustaron y que amenazados por el presidente decidieron aprobar rápidamente los proyectos.

Micky Torres anunció que Fuerza Popular —en bloque votará a favor de la no reelección de congresistas y de la creación de las dos cámaras (diputados y senadores) ¡a pesar de no estar a favor con ninguna de ellas! Bueno pues, ante la opinión pública, la imagen es que los naranjas han perdido frente a un presidente que quiere luchar contra la corrupción.

Vizcarra es un acertijo envuelto en un misterio, y dentro de un enigma. No sabe lo que hará mientras tiene el apoyo de los medios y periodistas. En Fuerza Popular todo tienen caras de desconcierto.