Juan Sheput
Una transición impostergable
Al Congreso le corresponde evaluar la posibilidad de unas elecciones generales

En más de una oportunidad he señalado que la política tiene que ver mucho con la gestión de la incertidumbre. No hay respuestas mágicas ni únicas. Y no es algo contemporáneo, desde que se tiene conciencia ha sido así, tanto que la innovación, elemento tan caro a diversos sectores de la sociedad, no tiene un campo de expansión en la política. En su lógica, quehacer y resultados, la política sigue siendo inalterable y la forma como se expresa lo nuevo (la legislación o las políticas públicas) suele ser respuestas provisionales que no solucionan los problemas de fondo. Por eso se generan frustraciones y decepciones, pues esperábamos más de ella.
Un político sabe por experiencia que no puede esperar el momento ideal, óptimo, para proceder a hacer algo. Si se pone a esperar tiempos mejores o argumenta no poder hacer nada iría en contra de un principio fundamental: la política es el arte de hacer lo que se pueda, en el momento actual. Actuar siempre en el límite permite que una situación no se deteriore, o empeore, esperando las mejores condiciones. Al político le corresponde actuar para evitar que la situación se ponga cada vez peor. Un tozudo o un terco, que practica el negacionismo y se limita a no hacer nada, ignora que los hechos que buscarán corregir la situación se presentarán de todas maneras.
El presidente Pedro Castillo evalúa su renuncia. La vicepresidenta Boluarte no quiere hablar de ella. El Congreso reniega de su propia situación y se enfrenta a quienes piden elecciones generales. En conjunto no se dan cuenta de que enfrentan una dura realidad, una circunstancia que les tocó vivir: un grado de deterioro institucional sin antecedente en este siglo. Corresponde actuar sobre la base de no negar la realidad.
Los escándalos e ineficiencias llevarán al colapso total a este gobierno. Su drama se trasladará a todos los servicios públicos. El resultado será una ciudadanía harta, desconfiada que exige un cambio de liderazgo. Toda postergación será equivalente a meter presión en la olla y a una situación de deterioro aún mayor. Será prolongar la agonía.
Al Congreso de la República le corresponde evaluar esta situación y evaluar la transición hacia unas elecciones generales. De ninguna manera corresponde esta responsabilidad a entidades fantasmas que han servido para la manipulación, como el Acuerdo Nacional. Un editorial de El Montonero ha señalado algunos puntos claves que deben tomarse en cuenta en este proceso. Cualquier dilatación solo servirá para empeorar aún más todo, en perjuicio directo del pueblo. Eso hay que evitarlo pues los costos pueden ser muy grandes y graves.
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