Giovanna Priale

Una mirada a los niños

El trabajo infantil y los problemas de la educación pública

Una mirada a los niños
Giovanna Priale
11 de marzo del 2021


Sin duda, el trabajo infantil es una de las mayores muestras de desigualdad que nuestros países ofrecen. Una prueba de que aún tenemos un largo trecho por recorrer para lograr que los niños y jóvenes puedan acceder a educación y salud de calidad. El ministro de Educación acaba de señalar que cerca de 18,000 colegios estarían aptos para desarrollar clases presenciales; y con ello, 740,000 alumnos podrían regresar a clases, sobre todo en las zonas rurales.

Es evidente que permitir que los niños regresen al colegio no solo contribuye a reducir las brechas potenciales de ingresos, explicadas por el hogar de origen, sino que además posibilita que los más chicos interactúen entre sí y desarrollen la madurez emocional que solo el intercambio con pares y con terceros garantiza. No obstante, resulta indispensable que se implementen todas las acciones necesarias para garantizar el distanciamiento social y el monitoreo preventivo para mitigar cualquier riesgo de contagio entre los niños. Y en consecuencia, en sus respectivos grupos familiares.

Tenemos una deuda pendiente con los miles de niños que deben caminar decenas de kilómetros para ir a estudiar y que comparten sus tareas escolares con el trabajo para apoyar a sus padres a financiar las necesidades de sustento de sus respectivos hogares. Y en esa línea, es fundamental la tarea que puede realizarse a través de un apoyo focalizado por parte del Estado.

No basta usar los tambos que están ubicados a lo largo del territorio nacional y los programas de crédito que en su oportunidad implementó Agrobanco. Urge organizar a las comunidades de las zonas más alejadas para que trabajen de manera solidaria y que sus productos puedan ser vendidos de manera agregada y centralizada. Para ello se requiere que las carreteras unan los diferentes pueblos de las zonas, y que la producción diversificada cuente con asesoría técnica para que sea de calidad.

El crecimiento económico no puede resolver por sí solo los problemas estructurales de la falta de oportunidades. Por eso es que los programas de desarrollo de competencias y capacidades deben acompañar a cada una de las zonas en las que la pobreza y pobreza extrema resultan aún importantes en nuestro país. Para ello, el acompañamiento de los gobiernos regionales y locales resulta clave, pues las acciones de política pública deben materializarse en cada una de las localidades de acuerdo con las necesidades de cada zona.

Una nueva elección presidencial se avecina en estas semanas. Esperemos que el presidente electo cuente con un equipo comprometido con el país y con sus necesidades, capaz de recorrer cada una de las localidades permanentemente para tomar una línea de base y evaluar, con indicadores de gestión, la eficiencia en el logro de metas. Solo así acortaremos las distancias e igualaremos la cancha para que los niños, que son el futuro de nuestro país, tengan realmente un acceso igualitario a la educación y a la salud.

Giovanna Priale
11 de marzo del 2021

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