Guillermo De Vivanco

Un mundo al revés

Queremos someter la ley a la turba y la violencia

Un mundo al revés
Guillermo De Vivanco
15 de diciembre del 2020


¿De qué entraña estamos hechos los peruanos? ¿Queremos destruir a la Policía Nacional? ¿Queremos devaluar las instituciones? ¿Anular las leyes ejemplares que alentaron la inversión y generaron trabajo y riqueza? ¿Darle la espalda a los Andes y su increíble riqueza minera? ¿Saquear las reservas y los ahorros? ¿Construir megaobras carísimas e innecesarias? ¿Satanizar al sector privado y al capitalismo? ¿Someter la ley y la constitución a la turba y la violencia? 

A quinientos años de la conquista y a doscientos de la independencia no hemos logrado objetivos ni propósitos a largo plazo. Más bien estamos sucumbiendo a la inmediatez , la intransigencia, la mentira, la polarización y el odio. Hemos construido un Estado débil, ausente y sin capacidad de ejercer su autoridad en muchos lugares del territorio. Grandes sectores sociales están resentidos porque pese al crecimiento, no ha llegado el progreso ni se han acortado las desigualdades. 

De cara a una nueva elección no encuentro diferencia doctrinarias irreconciliables en nuestro espectro político de centro. La movilización social no ha sido en apoyo a ningún político sino un rechazo a todos ellos. Tal vez hay una esperanza de lograr una identidad generacional que rescate a la patria del estado corrupto, populista y parasitario en que se haya.

El mundo ya experimentó sistemas totalitarios, cooperativistas, comunistas y socialistas, así como dictaduras de derecha (como el nazismo o el fascismo), que sometieron al ser humano quitándole derechos y libertades. Esos sistemas desaparecieron la meritocracia, la libertad y la propiedad privada, y con ellos la creatividad. Los resultados muestran claramente la razón por la que fracasaron algunos países y por qué otros tuvieron éxito.

He pasado los últimos cincuenta años en Gamarra, en una sociedad emprendedora, capitalista, donde el esfuerzo es recompensado individualmente. Los empresarios ahorran, no se endeudan más de lo que pueden pagar, no gastan más de lo que ganan, pagan por productividad, contratan y despiden de acuerdo a la demanda y, sobre todo, creen en la propiedad privada. Todos ellos tienen un común denominador: la lucha contra la jaula de normas ridículas y desproporcionadas representadas por un Estado despótico, fiscalizador y abusivo. 

El capitalismo popular no quiere limosnas; quiere libertad para trabajar, equidad en las reglas de juego, infraestructura para movilizarse y una reestructuración administrativa que recupere la eficiencia y transparencia en el manejo gerencial del Estado. Los emprendedores quieren que el Estado refleje la idiosincrasia de su vida privada, que recoja sus valores. En doscientos años de República no se ha podido dar cobertura médica a todos los peruanos, ni brindarles educación de calidad. Eso solo será posible en la medida que la movilización social controle al Estado y que juntos, en consenso, ganemos la batalla contra la pobreza.

¡Feliz Navidad!

Guillermo De Vivanco
15 de diciembre del 2020

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