Darío Enríquez

Un gran triunfo del derecho a la vida

Corte Suprema de EE.UU. reabre el debate sobre el aborto

Un gran triunfo del derecho a la vida
Darío Enríquez
29 de junio del 2022


La noticia de la década es la histórica decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos de Norteamérica de anular la categoría de derecho constitucional que se había otorgado al aborto. Se anulan de ese modo dos fallos que habían legislado en ese sentido. En su momento y hasta hoy, no solo tuvo efecto real para los Estados Unidos, sino que provocaron un efecto en cadena por todo el planeta. La parte resolutiva dice lo siguiente: 

La Constitución no confiere un derecho al aborto; Roe v. Wade, 410 U. S. 113, y Planned Parenthood of Southeastern Pa. v. Casey, 505 U. S. 833, son anulados; la autoridad para regular el aborto se devuelve al pueblo y a sus representantes elegidos

A partir de este nuevo fallo, la regulación del aborto vuelve a ser objeto de derecho por parte de cada estado. Seguirá habiendo abortos según nuevas regulaciones; unos estados lo prohibirán, otros lo restringirán a ciertas condiciones y también habrá estados en que seguirá siendo “libre”. Hay mucho aún por discutir, pero las pautas del nuevo debate ya fueron establecidas.

Veamos uno de los temas que se abren hoy al debate público. Es obvio que la concepción no depende solo de la mujer. Ni siquiera deberíamos decirlo. Sin embargo, hay quienes proponen que solamente la mujer debe decidir si el bebé engendrado completa su gestación y ve la luz. Se está negando al padre el derecho a participar de esa decisión. Si se le niega ese derecho al padre, entonces automáticamente desaparece la obligación de manutención, protección y auxilio a madre e hijo. Si solamente la madre decide la venida del hijo al mundo, solamente ella debe protegerlo y mantenerlo. Obvio. El apoyo del padre sería opcional. Se demuestra por el absurdo que la venida de un niño al mundo no es solamente decisión de la madre.

Se debe reconocer que el bebé engendrado también tiene derechos y como depende fisiológicamente en primera instancia de la madre que lo tiene en su seno (además del entorno en gran parte para cuidados y manutención), deben respetarse tanto los derechos de la madre como del bebé engendrado.

Sin un entorno que proteja al binomio madre-niño, que provea lo materialmente necesario, que auxilie en caso se requiera, el embarazo puede devenir inviable. La mujer no debe estar sola. Pero una cosa es que el hombre provea auxilio voluntario y otra es que se trate de una obligación. Con aborto “libre” como posibilidad, se desvanece toda obligación del padre biológico de manutención, auxilio y protección. Nadie puede asumir las consecuencias de la decisión de otro. Por si hiciera falta reiterar, se demuestra por el absurdo (de sus premisas) que no procede el abominable aborto “libre” tal como lo plantean los antivida. El bebé engendrado no es parte del cuerpo de la madre gestante, sino un nuevo producto genético con un padre y una madre biológicos.

Con la histórica decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos de Norteamérica, no se conculcan derechos, sino se defiende el derecho a la vida del bebé engendrado. Sin esa defensa, no es posible ejercer ningún otro derecho. Sin derecho a la vida se hiere profundamente el principio civilizatorio fundamental. Por su lado, falsos derechos "sociales" destruyen la vida, la propiedad y la libertad. Unos abortistas (liber-progres) ejercen de tontos útiles pretendiendo ser comisarios regios del "liberalismo". Otros (posmos-progres) celebran la cultura de la muerte, la opresión y la expropiación.

Los variopintos heraldos de la muerte dicen que se trata de una “inaceptable ofensiva del conservadurismo y la ultraderecha para retroceder décadas de modernidad”. Pero son incapaces de definir qué entienden por conservadurismo, ultraderecha y modernidad. No solo están confundidos, sino que enarbolan una falaz idea de progreso. Del mismo modo que evocaban “la ley es la ley” cuando los fallos eran de su agrado, ahora resulta que como no les gusta un fallo, entonces la ley no importa.

Ellos, que pretenden la superioridad moral de inclusión, tolerancia y diversidad, ahora quieren excluir cualquier consideración ética diferente a la suya, no toleran a quienes pensamos diferente, y en su diversidad no entramos los “conservadores”. Son los mismos que han forzado y siguen forzando cambios sociales que deben dejarse al proceso de evolución cultural espontánea. Toda acción genera una reacción. La defensa de la vida cobra un nuevo impulso. El constructivismo posmoderno se revela nefasto para la civilización y muestra su bajura en verdadera magnitud.

Darío Enríquez
29 de junio del 2022

NOTICIAS RELACIONADAS >

Sunedu y la calidad de la educación universitaria

Columnas

Sunedu y la calidad de la educación universitaria

En el debate serio sobre la educación superior hay consenso &nd...

11 de abril
Fue una guerra civil, no de Independencia

Columnas

Fue una guerra civil, no de Independencia

Veamos hoy algo de historia. En verdad tenemos algunos hechos largamen...

05 de abril
¿De qué violencia hablamos y a quién defendemos?

Columnas

¿De qué violencia hablamos y a quién defendemos?

En principio, queremos compartir con nuestros amables lectores que est...

28 de marzo

COMENTARIOS