Juan Sheput

Un espectáculo llamado “estado de emergencia”

Una medida de carácter político y sin ningún sustento técnico

Un espectáculo llamado “estado de emergencia”
Juan Sheput
22 de septiembre del 2023


Cuando algo es urgente es demasiado tarde, decía el gran estadista Talleyrand, con la experiencia que la trayectoria pública y el consejo discreto le habían forjado. Acudir de manera desordenada a una declaratoria de emergencia, en un par de distritos de la capital y algunos de provincias, no es otra cosa que la corroboración del famoso enunciado del diplomático francés.

La situación de grave inseguridad en el país es un asunto complejo resultante de varios factores que no necesariamente se solucionarán con un decreto de urgencia. En el incremento de la delincuencia tienen que ver la recesión económica (que trae desesperación, sin que esto sea una justificación), la migración de indeseables, la informalidad, los alcaldes y otras autoridades que descuidan su labor y una policía que ha sido sobrepasada porque simplemente se le ha sobrecargado de labor. Desde hace un tiempo se pretende que la Policía Nacional del Perú solucione y aplaque los desmanes que otros sectores o la incapacidad política de otros ministerios han generado. Protestas que surgen de diversos causales (corrupción, peajes, mano de obra desempleada, crisis económica, etcétera) tienen que ser enfrentadas por un Ministerio del Interior que viene haciendo una aceptable labor sin contar con recursos económicos y sobre todo apoyo político del gobierno.

Para colmo de males la presidenta Boluarte y Alberto Otárola, en búsqueda de un golpe de popularidad, impulsan una medida que ya en la práctica antes ha fracasado, con el único afán de satisfacer a una ciudadanía que, ante el desborde de la delincuencia, apuesta por medidas desesperadas. Hay delincuencia porque hay incompetencia política (en todos los niveles: Gobierno nacional, Congreso, gobiernos locales y regionales) y porque atravesamos una grave crisis económica. La falta de oportunidades y de trabajo es la principal proveedora de desesperados que terminan cayendo en manos de la delincuencia. Hay una correlación casi perfecta en ello.

El Gobierno está armando un espectáculo con el tema de la declaratoria de emergencia, tal y como antes lo hicieron Ollanta Humala (con su ministro del Interior Wilfredo Pedraza diciendo que la inseguridad era solo una percepción) o Pedro Castillo. Con esta medida de carácter político, nada técnica, lo único que lograrán es un efecto distractivo de corto plazo y cubrir la incompetencia de autoridades locales. Nada más.

El espectáculo y el ridículo es tan evidente que el que protagoniza las conversaciones para tratar el tema del estado de emergencia es el premier Otárola y no el ministro del Interior Vicente Romero. La decepción ciudadana será, así, cuestión de días.

Juan Sheput
22 de septiembre del 2023

NOTICIAS RELACIONADAS >

La simplificación como enemiga de la democracia

Columnas

La simplificación como enemiga de la democracia

¿Puede haber algo que afecte a la democracia más que la ...

16 de mayo
Un gobierno débil y sin rumbo

Columnas

Un gobierno débil y sin rumbo

En los últimos días el gobierno de la presidenta Boluart...

10 de mayo
La notoria mercantilización de la política

Columnas

La notoria mercantilización de la política

Un par de temas recurrentes en el espacio público han sido la j...

03 de mayo

COMENTARIOS