Cecilia Bákula

Un árbol malo no puede dar frutos buenos

¿Está la política peruana en un “paréntesis de decadencia”?

Un árbol malo no puede dar frutos buenos
Cecilia Bákula
03 de junio del 2024


Como siempre, las palabras que leemos en los Evangelios permiten entender situaciones de la vida de los hombres. Especialmente ahora, que el Perú atraviesa por una severa crisis que no es solo política o económica, sino que es fundamentalmente ética, por carencia de valores y principios, por falta de educación y formación, producto de la culposa voluntad de los últimos gobernantes que han deshonrado la responsabilidad que asumieron.

Como ha señalado Víctor Andrés Belaunde Gutiérrez, personaje lúcido y muy perspicaz en sus análisis, estamos en una coyuntura tan grave que él ha denominado como si ésta fuera una etapa a la que no sabemos definir si es un “paréntesis o decadencia”. Leyendo esa columna, que no puedo dejar de recomendar, debemos entender que nuestro momento histórico nacional, envuelto y enmarcado en el conjunto de decisiones, idas y venidas de otros muchos agentes internacionales y no solo locales, cuyas acciones nos implican y hacen que el nuestro, es un momento azaroso y grave.

No obstante, estar quizá en un momento de “paréntesis” podría significar que lo que vivimos es tan solo un largo periodo de aprender a vivir en un mundo diferente y en un país como el nuestro, que ha dejado de ser el que conocimos hace 20 o 30 años; y que si bien se ha transformado, no ha progresado. Son muchas las razones que llevan a ese “paréntesis”, pero tampoco podemos dejar de reconocer que el antes y el después, han de ser asumidos una vez que esta etapa se supere.

Más grave es asumir, aún contra la propia visión que yo quisiera tener de la realidad, lo que el autor expresa con tanta lucidez al mencionar que vivimos una gran ola que nos arrastra hacia una inexorable “decadencia” y así lo podemos comprobar, sobre todo, en lo que respecta a la pérdida de valores éticos, a la ausencia de patriotismo, a la carencia generalizada de honradez y compromiso por parte, principalmente, de quienes deberían dar ejemplo, al manoseo de la función pública, a la degradación de la acción política y partidaria, entre otras verdades. Si a ello agregamos que las instancias de gobierno han optado por ingresar en una triste competencia por demostrar cuál de ellas es más incompetente, menos eficiente, más angurriente de poder y con mayor cantidad de escándalos en su haber pues no hay día que dejemops de despertar con una noticia que nos estremece por la gravedad de sus implicancias.

Pero, sin que sea un consuelo, parece que el mundo “civilizado” ya va superando la posibilidad de vivir en ese “paréntesis” para ingresar de lleno a un proceso de decadencia en los valores y el respeto, en el manejo político y en el compromiso que debe existir por parte de autoridades y ciudadanos y ejemplos hay muchos en otras latitudes y en países muy, demasiado cercanos, por el mal ejemplo que significan.

Y si ese ese trayecto que estamos transitando, lo pudiéramos entender, de alguna manera, desde la explicación o perspectiva de análisis que sustentó Oswald Spengler, podríamos concluir que se trata de una realidad a lo que es imposible sustraerse. En una publicación que ha cumplido ya 100 años, me refiero a su famosa obra titulada “La decadencia de Occidente”, Spengler analizaba a las sociedades, culturas y civilizaciones como si fueran seres vivos que como todo en la naturaleza nace, crece, se desarrolla y finalmente muere; desde su perspectiva, la historia misma en una secuencia de hechos a los que hay que ver con cierta mirada fatalista. Sin embargo, hay un elemento sustantivo que es la raza humana, el poder de regenerarse, sobrevivir y superar las peores calamidades y crisis y es por ello, que si mantenemos el esquema que nos proporciona Belaúnde Gutiérrez, podrías suponer que, al estar en un “paréntesis” podríamos vadear la crisis y rescatar, de la esencia misma de nuestra identidad, una mirada de esperanza hacia el futuro.

Quizá esa es la razón de ser de la buena política, no de aquella que se afana en la usurpación, la usura y el escándalo; me refiero a aquella actividad que busca rescatar lo rescatable y proponer formas de vida civilizadas con bienestar cada vez mayor para los ciudadanos. Es por ello que hoy es indispensable saludar la posibilidad de que para un inminente proceso electoral, puedan crearse alianzas en las que los grupos pospongan apetitos partidarios y personales de los líderes, para entregarse, a una labor de rescate del país. Es cierto que el panorama nacional y el de Occidente parece tenebroso, pero a pesar de algunas realidades nefastas, hay en nuestra región síntomas de despertar hacia formas de acción política coherentes.

Por todo ello, el ciudadano debe ser muy consciente del poder de su voto y al momento de sufragar no debe optar por el facilismo de aceptar cualquier propuesta barata, sino hacerlo por quien y quienes, tienen capacidad de conducción y voluntad de hacerlo como un servicio de honor. Del mismo modo, la casi infinita nómina de propuestas políticas que parece que habrá en los próximos comicios, deberá dar paso a alianzas coherentes, sin acuerdos bajo la mesa pues este mal momento, grave sin duda, pasará y no debemos quedarnos en el enredo de creer que es el fin. Hay que mirar en los frutos de cada persona, su conducta y accionar en lo público y en lo privado, antes de darle el tesoro de nuestro voto porque quien vemos que solo ha producido frutos malos, no podrá jamás darlos buenos y, no debemos olvidar que en la mayoría de los casos, el poder envilece y si elegimos a un tronco malo, tendremos frutos de la peor calidad.

Cecilia Bákula
03 de junio del 2024

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