Dardo López-Dolz
Todos perdimos con el referéndum
Se quebró el orden constitucional en el Perú
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La fuerza de una cadena la determina el más débil de sus eslabones, aquel que sin duda se romperá cuando la fuerza ejercida sobre ella aumente. El referendum del domingo pasado, aprovechando la ausencia de análisis racional, ha debilitado los ya frágiles eslabones de nuestro sistema democrático y ha abierto, con el entusiasta e ingenuo apoyo de mentes virginales, un fast track que, según la intención del gobernante o quienes guíen su mano, puede ser utilizado para profundizar lo que se hizo bien desde los noventa o para poner fin de todo aquello que nos hizo alejarnos de la pobreza en que nos sumió la aventura militar socialista iniciada en 1968. El voluminoso paquete de decretos legislativos desmontando el “modelo económico” que el Congreso no vio, por estar bajo ataque, fortalece mi escepticismo realista.
Cuando el sistema permite o promueve la entrega una responsabilidad política relevante a personas para las que la retribución económica que esta apareja sea la primera importante en su historia laboral o profesional, no es difícil anticipar la fragilidad de los límites morales. Muchos estarán dispuestos a ceder y hacer cualquier cosa (como aceptar un referéndum, abdicando la responsabilidad del Congreso) para preservar el ingreso familiar asegurado durante los años por los que fueron elegidos. Como explicó el filósofo español Perez-López al describir su octógono, si las necesidades extrínsecas no han sido satisfechas es poco probable que primen las motivaciones intrínsecas, e iluso pensar que se considerarán siquiera relevantes.
Lo descrito en el párrafo anterior es conocido y estimulado por quienes, desde dentro o fuera de nuestras fronteras observan y actúan interesados en mantener la institucionalidad más débil que el flujo hacia sus billeteras o sus apetitos de poder. Optar por reservar el voto preferencial intacto y desaparecer la carrera política como opción de vida —con la no reelección de alcaldes, gobernadores y ahora congresistas— y la negativa a la instalación de una segunda cámara, que debió nacer con mayores requisitos de edad, con pruebas académicas o económicas de capacidades racionales intelectuales, profesionales o de liderazgo, acompañado por la demolición mediática sistemática de honras, hacen más vulnerable aún nuestra democracia.
Habrá, sin duda, algunos ilusos locales que apuestan a ser ellos los que desde su periódico quebrado o su fortuna local (insignificante en las grandes ligas) son los ganadores, olvidando que, como expliqué en mi artículo anterior, la globalización y el tiempo real incrementaron el interés en lo que producen estas tierras. Mirar con el filtro de la política local, regional o nacional el actual conflicto asimétrico hemisférico, en el que incluso la geopolítica queda corta, es tan racional como insistir en buscar un LP o un casete para armar la fiesta del hijo adolescente.
Un colega dedicado exitosamente de por vida al derecho procesal me comentaba que así se encargue la elección de jueces al Colegio Cardenalicio o al Cartel de Sinaloa, el resultado sería siempre similar, porque la base de donde elegir viene dañada de origen. Esta tesis podría abonar la propuesta deliberadamente mal explicada (por la que, como las otras tres, se votó a ciegas) del sistema CNM, pero entregar esa potestad al Ejecutivo argumentando el derecho unilateral a decidir el carácter de notable es sin duda una edición creativa de la práctica monárquica, que tanto gusta al fascista socialismo del diglo XXI.
Finalmente (solo porque el espacio en el artículo es necesariamente corto), la Constitución es el espinazo del ordenamiento jurídico por el cual se rigen los pueblos. Abrirla alegremente y sin mayor discusión intelectual equivale a permitir que el carnicero nos opere de la columna. Ya sabemos qué probabilidades reales hay de un buen resultado.
Si este artículo resulta de difícil lectura para alguien, le propongo algo más sencillo y acorde a su entendimiento: pare algún vendedor de arepas y que les cuente lo que vivió.
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