María Cecilia Villegas

Terruquismo

Se busca equiparar a los terroristas con las Fuerzas Armadas del Perú

Terruquismo
María Cecilia Villegas
01 de junio del 2018

 

Está circulando en redes un video de la lideresa del Movimiento Nuevo Perú, Verónika Mendoza, en el que busca imponer una nueva verdad: según ella, estamos frente a una campaña de “terruqueo”. Verónika sostiene que durante los ochenta y los noventa Sendero y el MRTA desataron el terror en el país, y algunos sectores de la Policía y el Ejército —que les hicieron frente— cometieron crímenes atroces. Para Verónika, esta campaña de terruqueo busca la impunidad. En esta nueva operación de la izquierda peruana, la Vero no está sola, viene acompañada, desde La República, por Rocío Silva Santisteban, secretaria general de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, quien considera que aquellos que no estamos dispuestos a olvidar los años del terror sufrimos de “terruquismo histérico”.

Este cambio en la actitud de Verónika frente a Sendero y el MRTA viene en respuesta a una amplia oposición de los peruanos a hechos recientes, como la liberación de varios terroristas; entre ellos Osmán Morote y Margot Liendo, quienes afrontarán los procesos judiciales por los atentados en Tarata y la masacre de Soras desde sus casas. O la contratación de Nancy Madrid en el Congreso, como asesora de María Elena Foronda, congresista del Frente Amplio, cuya candidata presidencial fue precisamente Mendoza.

La izquierda ha sostenido que en el Perú se implementó un “terrorismo de Estado” en los años de la lucha contra Sendero Luminoso y el MRTA. Y con ello se busca equiparar a los terroristas con las Fuerzas Armadas del Perú. Me pregunto, cuándo Verónika sostiene que los crímenes atroces provienen solo de algunos sectores, ¿quiere decir que ya no cree que en el Perú se implementó terrorismo de Estado? Porque para que haya habido terrorismo de Estado es necesario que se implementara una política de Estado dirigida desde el Ejecutivo.

Hace unos días, en un intercambio por Twitter, Rocío Silva sostuvo que ella nunca ha tratado con lenidad al terrorismo de Sendero ni al del MRTA (La República, 15.05.18), “pero tampoco al terrorismo de Estado desarrollado en 1984 en Ayacucho por los militares y antes por los Sinchis”. ¿Ello significa que el ex presidente Fernando Belaunde Terrydiseñó y ordenó la implementación de terrorismo de Estado? De ser el caso, ¿por qué la CVR encontró solo responsabilidad política en el ex presidente Belaunde?

Verónika sostiene que en esta campaña de terruqueo se llama terroristas a los maestros que tomaron las calles el año pasado, y que hoy nuevamente amenazan con un paro. Pero olvida señalar que esta ala ultrarradical del magisterio, la de Castillo, está copada por militantes del Movadef. Y si no lo recuerda Verónika, el Movadef no es más que la fachada de Sendero Luminoso, que responden al marxismo, leninismo, maoísmo, pensamiento Gonzalo.

En realidad, en el Perú no sufrimos de terruquismo histérico, lo que sucede es que en nuestra pasividad hemos permitido que la izquierda y el sector “anti” reescriba la historia desde la comodidad del siglo XXI, aupados en el Gobierno de Paniagua primero, y con Toledo luego. Una vez ganada la lucha contra Sendero y el MRTA, ¿estamos preparados para darles la batalla política? ¿Quién se atreve a ir contra la sacrosanta verdad impuesta, cuando ello implica de alguna manera defender los noventa?

José Carlos Agüero, autor de Los rendidos, libro que cuenta —desde su experiencia como hijo de dos senderistas— la vida en el Perú durante los años del terrorismo, sostiene que para aquellos que sufren de terruquismo histérico “lo que les importa es imponer un tipo de interpretación de las cosas, donde los demás somos instrumentalizados.” Y en realidad esta posición se enfrenta precisamente con la voz de la izquierda, que quiere imponer su visión de lo ocurrido desde una perspectiva ideológica.

Y de pronto humanizamos a los terroristas, contando desde su perspectiva personal los ideales que los llevaron a la lucha armada. Vidas plagadas de injusticias y frustraciones. Sueños de un mejor país. Y dejan de ser terroristas para convertirse en luchadores sociales con una causa justa. Así como el Che Guevara dejó de ser un asesino y un tirano para convertirse en el ídolo de varias generaciones de rebeldes sin causa.

 

María Cecilia Villegas
01 de junio del 2018

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