Manuel Erausquin

El imaginario de Madeleine

El imaginario de Madeleine
Manuel Erausquin
01 de octubre del 2014

Sobre las controversiales y desconcertantes declaraciones de Madeleine Osterling

La política peruana atrae con fortuna a personajes insólitos y extravagantes. Un escenario idóneo para hallar un reparto excepcional que protagonice historias de comedia y terror. Un ámbito donde casi siempre varios padres de la patria se ven envueltos en escenas tristemente cómicas o de pesadilla. La eterna costumbre, pródiga en múltiples referencias de roches y metidas de pata son útiles para la escritura de guiones. La inspiración nunca faltará. Los políticos siempre estarán dispuestos a personificar diversos personajes. Sus comentarios siempre tendrán la motivación del delirio.

Eso se puede apreciar en las declaraciones controvertidas de Madeleine Osterling, candidata a la alcaldía de San Isidro por el partido fujimorista Fuerza Popular. La primera dejó a muchos mudos: propuso tumbarse el colegio Alfonso Ugarte para construir estacionamientos. Según ella, el centro financiero los necesita con urgencia. ¿Los alumnos? Ellos no importan, van a otro lado. La venta serviría para edificar colegios nacionales en los distritos donde vivan la mayoría de estos escolares. Porque ojo, la mayoría de estos estudiantes no viven en San Isidro. Como era de esperar las críticas llegaron con vigor y la orgullosa candidata fujimorista habló de malinterpretación, pero no importó. La tóxica atmósfera de la discriminación estaba presente

Pero las expresiones controvertidas siguieron manifestándose con velocidad y estridencia: “No soy pituca, por ejemplo, cuando estoy de viaje digo: ‘cómo extraño al ‘chocherita’ que me lava el carro”. Aquí uno se pregunta ¿Es consciente de las barbaridades que dice con absoluta tranquilidad? Pareciera que no es consciente, que dispone de una natural ingenuidad que le impide ver el país donde vive. Que no tiene en claro que San Isidro o la proyección de imagen de distrito acaudalado-algo que es diferente-, no corresponde a la realidad del Perú, un país repleto de necesidades sociales y económicas. La burbuja en la que vive se la han pinchado a la mala, pero ella se lo ha buscado. Es el precio a pagar por tanta insolencia.

Madeleine Osterling, hija del reciente fallecido Felipe Osterling Parodi, prestigioso político que perteneciera al PPC y además presidente del Senado de aquel Congreso que cerró Alberto Fujimori el 5 de abril de 1992, no siente rencor por el fujimorismo. Manifestó que su padre los había perdonado y la alentó para que aceptara la invitación de Keiko Fujimori. En todo caso, las personas tienen derecho de perdonar en esta vida a quien deseen, pero sería bueno que ella no olvide las redes de corrupción que construyó Alberto Fujimori, la omnipresencia del asesor Vladimiro Montesinos- a pedido de su jefe-, las elecciones fraudulentas, la cobarde renuncia por fax a la presidencia, los crímenes de lesa humanidad y la asquerosa compra de varios medios de comunicación. Que no olvide que su hija Keiko vive digitada por él. Que no crea cuentos chinos.

Más bien lo que sí debería olvidar y dejar en la amnesia absoluta son sus taras clasistas y retrógradas con sus intervenciones. Su comentario: “Si no eres madre, no eres una mujer realizada”, deja al descubierto su poca profundidad emocional e intelectual. Las opciones en esta vida son amplias para conseguir plenitud y realización. Criar hijos no es para todos.

Sin embargo, después de haber escrito esta columna, surge la obligada pregunta: ¿Qué tiene en la cabeza Madeleine Osterling?  Las sospechas apuntan a nubarrones oscurantistas. Todos formados por una visión que ha estado de espaldas a la realidad. Lo más seguro es que no lo asuma, pero no importa. Su inconsciente se encarga eficientemente de mostrar quién es ella.

Por Manuel Eráusquin (1 Oct 2014)
Manuel Erausquin
01 de octubre del 2014

COMENTARIOS