Manuel Gago
¿Teología de la opresión o liberación?
Una teología clasista, excluyente y fomentadora de resentimientos
La Teología de la Liberación, u opción por los pobres, es un planteamiento político e ideológico y no de salvación. Busca liberar al hombre de sus pobrezas terrenales y deja de lado la prédica de salvación dada por Jesús a la humanidad. La buena intención de esta teología se cae a pedazos al mostrar sus motivaciones mundanas distintas a la palabra de Dios anunciada en la Biblia.
La opción por los pobres –instrumento político usado por el socialismo con el fin de penetrar y devorar la Iglesia católica– es excluyente porque sostiene que no es posible conocer a Dios en medio de las carencias físicas que sufren los pobres, negando así el don del entendimiento entregado por Dios. Recurre a la biblia popular –de “lenguaje para la gente común”, de expresiones corrientes– reduciendo en los evangelios el significado más puro y más cercano a la original palabra de Dios. Los seguidores de esta teología creen ser los únicos que pueden explicar el evangelio a los pobres. Jesús dice “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, alma y mente”; no en vano con la mente, necesaria para escudriñar su palabra con ese entendimiento recibido, y de allí para adelante, conocer el camino de salvación que es “por gracia y no por obras para que nadie se gloríe”. Y las obras son añadidura, consecuencia de la fe.
El clasismo marxista, de la mano de la teología de la liberación, enfrenta y crea conflictos en lugar de unir, siendo los ricos enemigos de los pobres. Contrariamente, Jesús del lado de esos pobres ejemplariza a ricos, señores y poderosos. La historia de Job es modelo de fe y prosperidad. Satanás lo tienta, trata de separarlo de Dios. Para probar su fe, el Señor permitió que sufriera los peores males. Enfermo, pobre y en soledad, Job no perdió la fe; es más, oraba por otros en peores condiciones que él. Y finalmente, “Dios bendijo a Job, terminó su aflicción y aumentó al doble todas las cosas que tuvo”. Job fue acaudalado como Nicodemo y José de Arimatea, también amigos de Jesús. Otra muestra es el conocido ruego “una palabra tuya bastará para sanarme” del centurión pidiendo misericordia a Jesús por el criado enfermo. Jesús concedió el milagro al militar romano, al poderoso enemigo de Israel.
La opción por los pobres es, entonces, el cuento materialista de liberar al hombre de todas sus pobrezas y olvidar la espiritual salvación del alma. La gran tarea del cristianismo no es liberar al hombre de sus carencias terrenales sino salvar almas. En un contexto de expansión socialista, la marxista teología busca emancipar al hombre de Dios y para esto promueve sentimientos populares desde la razón y la sociología comunista. ¿Para qué una teología clasista, excluyente y fomentadora de resentimientos contrarios al amor cristianismo, si el amor bíblico “es sufrido, todo lo cree, todo lo resiste, todo lo espera, todo lo soporta, no es envidioso, no guarda rencor y (sobre todo), no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad”?
Esta teología de la liberación, atractiva pero grotesca deformación del evangelio, fue la escusa política perfecta para atraer a las mayorías pobres, sin oportunidades, sin acceso a mejor educación y sometidas a nuevas formas de esclavitud. La opción por los pobres estuvo de moda; pero resultó un mal intento porque presentó a un dios sin el amparo de la palabra, obviando las escrituras. Es decir, de un dios bajo la perspectiva humana, un dios a imagen y semejanza del hombre.
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