Mariana de los Ríos

Tatuajes en la memoria: la decepción del año

Reseña de la película de Luis Llosa, basada en la autobiografía de Lurgio Gavilán

Tatuajes en la memoria: la decepción del año
Mariana de los Ríos
05 de septiembre del 2024


La película
Tatuajes en la memoria (2024) generó grandes expectativas entre los cinéfilos peruanos por varias razones. En primer lugar, porque está basada en el libro Memorias de un soldado desconocido (2012), la autobiografía de Lurgio Gavilán, un testimonio clave de la violencia política en el Perú durante los años ochenta. En segundo lugar, porque el director es Luis Llosa (Lima, 1951), conocido por haber trabajado con estrellas de Hollywood como Jennifer López, Sylvester Stallone y Sandra Bullock. Y finalmente porque el guion lleva la firma de nuestro premio Nobel Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936). Sin embargo, a pesar de estos elementos prometedores, la película resulta una decepción en casi todos sus aspectos.

Como se sabe, la vida de Gavilán es un crudo reflejo de la realidad peruana de los años ochenta. Nació en un pueblo pobre de Ayacucho, epicentro de las actividades del grupo terrorista Sendero Luminoso. A los 11 años fue reclutado por dicho grupo, y participó en diversos hechos violentos, desde asaltos a poblados de la región hasta enfrentamientos con los ronderos y los militares. Tras ser capturado en 1985 por el Ejército, un capitán lo tomó bajo su protección, lo escolarizó y, más tarde, lo integró a las filas militares, donde Gavilán vivió la violencia del conflicto, pero desde el otro bando.  Por último, tras una muy larga temporada en el Ejército (cumplió su servicio militar y posteriormente se “reenganchó”), se convirtió en sacerdote franciscano y escribió sus memorias como parte de su proceso de transformación.

Llosa se hizo conocido con películas de acción como Misión en los Andes (1987) y Calles peligrosas (1989). En este caso también ha querido darle ese enfoque genérico a la película, centrándose en los sucesos de violencia. Lamentablemente no ha contado con el presupuesto necesario, y esas “secuencias de acción” resultan completamente fallidas: mal coreografiadas, con tomas cerradas que delatan la pobreza de los escenarios, y efectos visuales deficientes, como armas que parecen no disparar, con destellos añadidos en la postproducción. Esto es especialmente evidente en escenas clave como el incendio nocturno y la emboscada al comando militar.

Las actuaciones también dejan mucho que desear, pero el problema parece radicar más en la falta de dirección que en los actores mismos, la mayoría jóvenes y poco experimentados. Esta debilidad se acentúa con la obsesión del director de fotografía por los primeros planos, que exponen las carencias interpretativas. Incluso las pocas vistas panorámicas, además de breves, parecen sacadas de otros filmes, debido a su notoria diferencia visual. La fotografía en general es demasiado pobre, lo mismo que la música y el sonido.

Como se sabe, el libro de Gavilán dedica la mayoría de sus páginas a describir la vida cotidiana tanto en los campamentos senderistas como en los cuarteles militares. En ambos casos las rutinas están marcadas por el autoritarismo, la pobreza extrema (en las filas senderistas está pobreza deviene en una apremiante falta de alimentos) y el adoctrinamiento a través de canciones, cuyas letras se incluyen en el libro. No hay muchos sucesos violentos, así que el guionista (dudamos que haya sido Mario Vargas Llosa) ha tenido que añadirlos, creando situaciones que rayan con lo esperpéntico; como las torturas y violaciones en el cuartel o el asesinato de la hermana religiosa, que no figuran en el libro. Incluso la captura de Lurgio por parte del Ejército ha sido completamente transformada, para añadirle violencia y dramatismo, pero desnaturalizando completamente el testimonio personal.

Hay otros filmes que abordan el tema de niños soldados, secuestrados por guerrillas o grupos subversivos, como la salvadoreña Voces inocentes (2004) o la norteamericana Beasts of No Nation (2015), ambientada en África occidental. Esta última en particular –que se puede ver en Netflix–, ofrece un retrato profundo del protagonista y su notoria evolución psicológica; algo que en Tatuajes en la memoria debería ser un elemento central, pero que no se llega a desarrollar.

Mariana de los Ríos
05 de septiembre del 2024

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