Tambogrande y el regreso del “adiós al ceviche”

En los últimos días, desde diversas organizaciones no gubernamentales y sus brazos mediáticos, se ha empezado a desarrollar otra vez la menuda idea de la desaparición del limón en Tambogrande. Y ello debido a que desde ProInversion se ha declarado de interés nacional el proyecto minero de cobre y polimetálico el Algarrobo, con una inversión de más de US$ 2,700 millones. 

En ese sentido, todo el arco opositor a la minería moderna en la zona, y en Piura en general, ha empezado a movilizarse ante el anuncio, no obstante que han callado en mil idiomas ante la proliferación fúngica de la minería ilegal e informal en el Chipillico, por el Quiroz, allá en Las Lomas, cerca a Tambogrande. ¿Podrán negar semejante realidad, más grande que una catedral?   

En esta columna no vamos a analizar en detalle el proyecto minero referido, algo que haremos de todos modos en otra columna, sino que nos referiremos a la “línea de flotación”, que no es sino la enorme capacidad de haber construido un relato o narrativa que en su momento derrumbó el proyecto Manhattan y ahora pretenden hacer lo mismo con el Algarrobo. Aquí nace el “agro sí, mina no”; “agua sí, mina no”.

Entre el 2000 y el 2005 en esta zona se desarrolló un software que luego se pondría en práctica en otros lugares, destruyendo posibilidades de inversión minera. Si tuviéramos que mencionar los componentes de este software diríamos que se trata de una red de operadores políticos, medios locales afines, una parte de la iglesia “progresista” de la zona, autoridades comunales y organizaciones no gubernamentales que fungen tanto de aliadas como de financistas.

Todo lo anterior se amalgamó en una gran plataforma ideológica, con el sucesivo resultado de la frustración primero y expulsión después del proyecto Manhattan. Aquella famosa campaña de la desaparición del limón, y por ende del ceviche, nuestro plato bandera, fue una elaborada propaganda contra la minería moderna, y colocó el problema en la agenda limeña. Otro hito fue una “consulta popular” que fue refrendada por las propias instituciones del Estado, no obstante de no tener legalidad salvo la mal llamada “voluntad popular”. En el 2005 la empresa minera publicaría el retiro definitivo.

El resultado de todo lo anterior ha sido sólo la ganancia de la minería ilegal e informal en la zona. Una minería que no respeta las normativas ni cumple los estándares sociales ni ambientales, menos laborales. Piura es hoy una de las mecas de la minería ilegal, que se extiende por Ayabaca hasta Carmen de la Frontera, una experiencia horripilante de externalidades negativas.

Luego de 20 años, como decíamos, con la nueva posibilidad de El Algarrobo, se empiezan a activar los viejos relatos. Es cierto que en la zona existe una potente industria agroexportadora que inunda los mercados más competitivos del mundo; como es cierta la colaboración entre una minería moderna y la propia agroindustria; en todo caso, las experiencias sobran. Con lo que no puede convivir la agricultura es con la minería ilegal que depreda el medio ambiente. 

Así se trata de renovar el viejo relato. Organizaciones y medios ideologizados, incapaces de reconocer una sana convivencia entre industrias, empiezan a movilizarse. Al final este relato solo servirá para fortalecer la minería ilegal e informal.