Darío Enríquez

Si no tienes un rumbo definido, no importa lo que hagas

Debemos señalar a los culpables de las funestas consecuencias

Si no tienes un rumbo definido, no importa lo que hagas
Darío Enríquez
05 de octubre del 2021

— Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?
— Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar —dijo el Gato.
— No me importa mucho el sitio... —dijo Alicia.
— Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes —dijo el Gato.
—... siempre que llegue a alguna parte —añadió Alicia como explicación.
— ¡Oh, siempre llegarás a alguna parte —aseguró el Gato— si caminas lo suficiente!
(extracto de “Alicia en el país de las maravillas”, de Lewis Carroll)

 

La lógica del minino de Cheshire parece profética. Describe casi a la perfección la lógica que habría animado a muchos de quienes son responsables de elegir este caótico gobierno que hoy causa graves perjuicios en nuestra economía, nuestra cultura y nuestra sociedad. Se habla de que “todos somos responsables”. Esta, una desafortunada fórmula mágico-complaciente que lleva muy rápidamente a “no hay culpables”. Y es propalada justamente por esos que –desde posiciones mediáticas, académicas e intelectuales– con sus recientes acciones han reeditado la tristemente célebre arenga de felonía y traición: “Los chilenos antes que Piérola”.

Es cierto que mucha gente usó su voto como una protesta frente a la situación que se vive en el Perú, en especial las terribles consecuencias de la enorme ineptitud de autoridades para hacer frente al grave tema de la pandemia. Se hizo evidente que mucho del innegable crecimiento económico no se convirtió, como debía ser, en servicios eficaces de salud y seguridad para los contribuyentes; y que un Estado indolente (léase políticos y burócratas que lo administran) absorbe ingentes recursos ciudadanos haciendo uso de su privilegio, sin brindar contraprestaciones mínimas.

A ellos hay que invocarlos a que sepan canalizar mucho mejor la protesta, porque esto que han hecho los perjudica mucho más a ellos mismos. Tiene poco sentido terminar siendo víctima de aquello que creían que iba a afectar a otros. Vienen tiempos muy duros, y lo que vivan no será injusto, sino consecuencia de sus malas decisiones.

Estas víctimas deberán ser atendidas con urgencia por quienes, en su momento, tomen el rumbo del país para la reconstrucción que se hace necesaria luego del desastre que vienen provocando el triunvirato Castillo-Cerrón-Antauro. Esperemos que haya un efectivo aprendizaje social, de otro modo esto será la versión novo andina del “eterno retorno”.

Sin embargo, es otro grupo de nuestra sociedad al que debemos pedir cuentas en voz alta y exigiendo que reconozcan su grave responsabilidad, su culpa directísima en lo que estamos viviendo. Tanto en espacios mediáticos, como académicos e intelectuales, mucha gente es responsable de haberlo permitido. Parte importante de nuestra clase media intelectual y profesional está comprometida en este desmadre y no se ha conducido a la altura de las circunstancias, en este momento crucial de nuestra historia. No tenemos que mencionarlos, están allí a vista de todos, sus responsabilidades son más que evidentes y viven en este momento las consecuencias de lo que provocaron: desprecios de unos y otros.

Por parte del triunvirato en el gobierno, las cabezas visibles de esas imposturas mediáticas, académicas e intelectuales, reciben el trato que todo traidor merece: monedas, cual migajas, arrojadas al piso desde el poder. Por parte de los ciudadanos que lo advirtieron desde antes, gran decepción en medio del desprecio por su alta traición al Perú. Más indignos, imposible.

¿Qué hay con el gobierno del triunvirato Castillo-Cerrôn-Antauro? Van sin rumbo y hacen cualquier cosa. El problema es que decenas de millones sufrirán las consecuencias de su gran inepcia y su felonía extrema. El último garabato gubernamental es la denominada “segunda reforma agraria”, sin pies ni cabeza. Mientras en el mundo se habla de tecnología, productividad y desarrollo, el actual gobierno discurre entre cantinfladas de sus voceros y anacronismos de sus cabecillas (no alcanzan a ser líderes).

Solo esperemos que pronto, si es que funcionan eficazmente los mecanismos de control democrático y equilibrio de poderes, se dé paso a la sensatez y todo lo que hoy vivimos quede en un mal recuerdo. El equilibrio precario de nuestra sociedad puede llevarnos a un desborde violento que debemos evitar.

Darío Enríquez
05 de octubre del 2021

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