Manuel Gago

Sí hay persecución política

Izquierda oenegera organiza todo

Sí hay persecución política
Manuel Gago
19 de noviembre del 2018

 

Según el diario español El País, el ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay confirmó que su país “aceptará la solicitud de asilo” del ex presidente Alan García luego de que este ingresara a la residencia del embajador uruguayo en Perú. Alan García tiene un impedimento de salida del país por 18 meses impuesto por el Poder Judicial, a pedido del famosísimo fiscal Domingo Pérez, en el marco de las investigaciones por lavado de activos del caso Lava Jato. García habría tomado tal decisión porque el segundo paso de la Fiscalía sería la orden de detención en su contra.

Con esta arriesgada decisión, García deja mal parado al Gobierno de Martín Vizcarra. El ex presidente sostendrá la existencia de una persecución política coordinada entre el Ejecutivo y un sector de la Fiscalía y del sector justicia, dominados por la izquierda oenegera. Por su lado, el mandatario Vizcarra desmiente tal persecución e invoca a los peruanos a “allanarse a la justicia”. Preguntamos: ¿él lo hará? Porque, según el ex contralor de la República Edgar Alarcón, “hay responsabilidad penal” en el caso del aeropuerto de Chinchero (Cusco) y la participación de Vizcarra está acreditada por haber aprobado, siendo ministro de Transportes, una adenda lesiva a los intereses peruanos. Por eso, Vizcarra interfiere en el Ministerio Público, porque Pedro Chávarry no es del sector oenegero que cubre y aconseja a Vizcarra. Porque el fiscal de la Nación investigará con la misma vara a todos los ex presidentes y ministros implicados en algún delito. Ese es el temor de Vizcarra: la independencia de Chávarry.

¿Quiénes ocuparon la vereda contraria al comunismo y a la oligarquía desde 1931? El aprismo con Víctor Raúl Haya de la Torre al frente. Hoy, un sector marxista, transformado en izquierda oenegera, se alía una vez más con una oligarquía de viejo cuño para dominar y para defender intereses económicos y de clase social. La misma oligarquía de los hacendados y de la incipiente industria de mediados del siglo pasado está ahora organizada en medios de comunicación, estudios de abogados, constructoras, empresas en todos los sectores productivos del país y diversas ONG. ¿El aprismo continúa siendo un peligro para la clase dominante del país?

Para la complacencia de las masas, y de ciertos medios de comunicación interesados en deshacerse de los políticos incómodos, en los recintos del Poder Judicial ya no existe la presunción de inocencia de los acusados. Las presunciones de culpabilidad que avala, por ejemplo, el juez Richard Concepción, no son otra cosa que elucubraciones sin sustento, formuladas por el fiscal Domingo Pérez. Por ellos, se está dejando de lado las pruebas debidamente constatadas y los indicios razonables necesarios para iniciar procesos judiciales que se precien de justos e imparciales. Pero eso a la gente no le importa, quiere ver y oler sangre. Les han hecho creer que Fuerza Popular es una organización criminal y no un partido político, y que Alan García es el mismo diablo. ¿Tanto así?

García, el guapo, joven e inteligente para los electores de los años ochenta, no tuvo ni un ápice de innovador durante su primer Gobierno. Por él, el Partido Aprista Peruano (PAP) decepcionó tremendamente siendo Gobierno en 1985. Ni Fernando Belaunde ni García modificaron la inmensa e impresentable burocracia, heredada de la dictadura socialista de Juan Velasco, que se comía todo el presupuesto nacional. No se percataron, por ejemplo, de que Chile comenzaba a ejecutar una estrategia exportadora a gran escala.

El afortunado heredero político de Víctor Raúl Haya de la Torre fue también heredero de la Constitución de 1993. Elegido por segunda vez, en 2011, García encontró la “mesa servida” cuando el crecimiento del producto peruano alcanzaba tasas de hasta 6%. Cruzarse de brazos es lo mejor que pudo hacer. Las inversiones y el mercado libre, votados en Perú en un referéndum de hace 25 años, transformaron el país generando nuevos puestos de trabajo y reduciendo la pobreza del 60% al 20%.

Lo cierto es que en Perú subsiste una fuerza fáctica que, por conveniencias, hoy se tiñe de color rojo. Y también es cierto que el compinche del ladrón grita “¡allá va el ladrón!”, señalando de manera contraria, para despistar. Y eso está sucediendo en Perú.

 

Manuel Gago
19 de noviembre del 2018

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