Renatto Bautista
Ser es defenderse
Ramiro de Maeztu: intelectual y mártir de la hispanidad
Ramiro de Maeztu (1874-1936), destacado intelectual y político español, dejó una huella imborrable en la historia de España. Diputado en las Cortes desde 1933 hasta su injusto fusilamiento a manos de las "sacas" del Frente Popular el 29 de octubre de 1936, Maeztu destacó por su ferviente defensa de los valores hispánicos y la libertad. Su obra "Defensa de la Hispanidad" (1934) y su célebre frase “Ser es defenderse” sintetizan su visión sobre la necesidad de preservar la identidad y enfrentar las adversidades.
Pero ¿qué significa realmente esta frase? ¿Por qué sigue resonando con fuerza en nuestra época? Desde una perspectiva vital, la frase "Ser es defenderse" implica que la existencia misma conlleva un compromiso de resistencia frente a las amenazas externas. En un mundo donde la envidia, la maldad y el resentimiento suelen camuflarse tras disfraces ideológicos o falsos ideales, el individuo debe construir una personalidad fuerte y defenderse de manera activa.
Este principio no se limita a una mera postura pasiva o reactiva. Maeztu entendió que la mejor defensa a menudo es el ataque, una postura proactiva contra quienes, motivados por la envidia y el odio, intentan socavar la dignidad, la verdad y el sentido común. Para él, la lucha no era una opción sino una necesidad inherente al ser humano correcto, frente a las perversidades que intentan deformar la moral y la justicia.
En los últimos momentos antes de su fusilamiento, Maeztu pronunció unas palabras que sintetizan su legado moral: “Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero: ¡Para que vuestros hijos sean mejores que vosotros!”
Esta declaración refleja una grandeza de espíritu excepcional. A pesar del odio ciego de sus verdugos, Maeztu no solo asumió su destino con estoicismo, sino que proyectó su sacrificio hacia el futuro, deseando que las generaciones venideras superaran las miserias morales de sus contemporáneos. Es un mensaje de esperanza y redención, incluso frente a la violencia y el fanatismo.
Ramiro de Maeztu no solo fue víctima de un contexto histórico marcado por la radicalización y la intolerancia; también fue un defensor incansable de la verdad y el bien común. Su muerte, a manos de quienes seguían los dogmas del totalitarismo soviético, simboliza la resistencia frente al odio irracional y la mediocridad moral.
La historia pone todo en su lugar: los verdugos de Maeztu han sido sepultados en el olvido, mientras que su figura y sus ideas permanecen vivas como un faro ético para futuras generaciones. Su ejemplo nos invita a vivir con firmeza, defendiendo el sentido común, la justicia y la verdad frente a cualquier adversidad.
El mensaje final es claro: en un mundo donde la envidia, la mentira y la perversidad a menudo parecen prevalecer, es deber del ser humano íntegro no solo defenderse sino también atacar con valentía las injusticias. Tal como lo hizo Maeztu, debemos asumir con gallardía las luchas de nuestro tiempo, sabiendo que el sacrificio por el bien común nunca será en vano. La historia, al final, siempre absuelve a quienes viven con honor y valentía.
Así, Ramiro de Maeztu se erige como un ejemplo inmortal de integridad y resistencia, recordándonos que el verdadero legado de un hombre reside en su capacidad para defender la verdad, incluso en las circunstancias más adversas.
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