Darío Enríquez

Sentimentalismo, relativismo y pensamiento mágico

Debemos rescatar la razón, la lógica y el pensamiento crítico

Sentimentalismo, relativismo y pensamiento mágico
Darío Enríquez
08 de febrero del 2022


Es impresionante la potencia que tiene la manipulación mediática en todo orden de cosas. Es tan avasalladora que se lleva de encuentro incluso a los intelectuales. Aunque quizás sólo pone en evidencia que tales intelectuales serían presa fácil gracias a su pensamiento “articulado, transversal y concomitante”. ¡Ríe, ríe por reírte, pero avisa!

Siguiendo el ingenuo derrotero que nos marca el mainstream mediático y global, terminamos creyendo muchas cosas sin analizarlas ni cuestionarlas. Peor aún en tiempos difíciles y con aplicados discípulos de Goebbels desinformando en forma “sistémica, alturada y estructurada”. ¡Reír, quién habla de reír, si la vida solo es todo llorar, todo sufrir!

Durante dos años y más, la crisis sanitaria que parecería llegar a su fin, ha convertido nuestro planeta en un gigantesco campo de experimentación para aprendices de hechiceros y aprovechados seguidores de Mengele. Pero en este caso no han desatado en primicia ciertas fuerzas sobrenaturales para las que no hay control posible. Eso sí, han reforzado las tendencias que, en el último medio siglo, parecen llevarnos a la destrucción de la sociedad humana: sentimentalismo, relativismo y pensamiento mágico.

Frente a la dura realidad que se nos presenta, no queda otro camino que hacer contracultura. Aunque luzca muy difícil el proceso que nos permita volver a las fuentes del saber: razón, lógica y pensamiento crítico, debemos hacerlo. La tiranía del mainstream nos hunde en la ignorancia imponiendo sentir en lugar de razón, todo y nada en vez de lógica, credulidad vacía desplazando al análisis crítico. Mucho peor, envuelve todo eso en finos acabados de pensamiento único, sin duda “inclusivo, empático y diverso”. No debe sorprender que las proclamas posmodernistas sean finalmente contrarias a su propia auto definición: excluyen, cancelan y segregan a todo aquel que no las suscriba, en nombre del manoseado y falsario “bien común”, cuando no de un falsificado “consenso” o de una “democracia” sin dignidad.

Quienes renuncian a analizar y reflexionar porque eso “no suma”, al final “atracan nomás” e ingieren felices la sopa de Herodes que ponen delante suyo. ¡No me beses que estoy muy enfermo!. El pensamiento mágico tiene diversas manifestaciones, pero su versión más tóxica es aquella que se pone al servicio de causas subalternas, obscuras y manipulatorias. La más usada como instrumento mediático malsano es entronizar una causalidad inexistente e indemostrable, atendiendo a una difusa correlación matemática o una excepcional coincidencia temporal, que se pretende imponer como verdad absoluta. Sucede por ejemplo con el control de precios como instrumento para combatir la inflación. Cifras de muy corto plazo en efecto muestran una caída de la inflación y un cierto alivio, pero más temprano que tarde, la espiral inflacionario regresa con escasez, mercado negro y carestía. Siempre hay “bien intencionados” que creen que a ellos no les sucederá, pero les sucede.

Otra forma de pensamiento mágico viene con la manida frase "querer es poder". Es cierto que la voluntad y la actitud son fundamentales para los objetivos, propósitos y logros humanos. Pero la visión mágica los sitúa no sólo como elementos importantes, sino casi exclusivos del "éxito" (véase las comillas). De ese modo, el pensamiento mágico deja de lado el rol central, irremplazable y fundamental, tanto del talento como del esfuerzo y la dedicación consiguientes. Los cambios materiales y espirituales no proceden solo de las "buenas intenciones", la esencia no puede reemplazarse con el simple deseo mágico de un abracadabra.

No debe confundirse el pensamiento mágico con lo religioso y lo sagrado. Aunque hay puntos de encuentro y terminan siendo igualmente detestables cuando se reducen a manipulación vejatoria, lo religioso y lo sagrado corresponden a una categoría muy diferente e incluso trascendental. Lo menos nocivo del pensamiento mágico es su función lúdica. Su extremo nefasto es el enorme potencial manipulatorio, totalitario y bestializante. Lo sagrado nos lleva a una categoría que incluso supera el culto a una deidad, cuando se extiende a fenómenos humanos y mundanos que se sacralizan o se aproximan a ello al ser objeto de gran respeto y veneración. Todas las culturas humanas viables han sacralizado la maternidad, que queda como hecho meramente biológico solo para “las bestias del campo”. Se extiende ese extremo respeto por instituciones como la familia, la comunidad, la Iglesia, la escuela (representadas por sus dirigentes y líderes). No es casualidad que quienes usan manipulativamente el pensamiento mágico, al mismo tiempo aborrezcan y traten de destruir tales instituciones.

¡Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro, que un gran profesor! Aunque es mucho peor cuando el profesor es un burro. El tango “Cambalache” no solo ironizó sobre su tiempo sino que fue profético, porque el siglo XXI es el oscuro, tenebroso y flácido reino del relativismo. Por eso no solo debemos abrazar la causa titánica de recuperar en el mundo de hoy, las virtudes de la razón, la lógica y el pensamiento crítico. También debemos rescatar del olvido los tres pilares fundamentales de la filosofía, esa materia olvidada tal si fuera un periódico de ayer: Verdad, Bondad y Belleza. Que nuestra indignación frente a quienes pretenden apoderarse de nuestras almas relativizando toda esencia. Combatamos la malsana visión del mundo que denuncia Enrique Santos Discépolo al cierre de su “Cambalache”: ¡Es lo mismo el que trabaja noche y día como un buey, que el que vive de los otros, que el que mata, que el que cura o está fuera de la ley!

Darío Enríquez
08 de febrero del 2022

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