Cesar Gutierrez
Se avecina corriente ambientalista mundial
Gobierno demócrata de Biden será gran promotor
El ambientalismo ha venido in crescendo desde la aprobación del Acuerdo de París, en la COP 21, realizada en diciembre del 2015. Se han unido a él 189 países, con la ausencia de los Estados Unidos (EE.UU.), donde Donald Trump, no solo decidió no hacerlo, sino que llegó hasta el negacionismo del Cambio Climático (CC) por efecto de los gases de efecto invernadero (GEI).
Mientras esto ocurría en EE.UU. a nivel gubernamental, había esfuerzos empresariales privados que apostaban por energías renovables en la generación de electricidad, por el uso de biocombustibles, por las electromovilidad y por la tecnología del hidrógeno (TH). En Europa, se iba en la misma dirección, pero con el impulso de los gobiernos.
Con la elección de Joe Biden el rumbo ha cambiado. Lo acaba de ratificar su recientemente designado secretario de Estado, Antony Blinken, que ha puesto en sus prioridades tres temas: retomar la aproximación con Irán (que había iniciado Barack Obama), recomponer las relaciones con la Organización Mundial de la Salud y trabajar por la ratificación del Acuerdo de París.
Esta nueva visión americana sobre el CC, va acelerar la corriente ambientalista en Latinoamérica. Chile ya había tomado la iniciativa, con la participación de las energías renovables no convencionales –eólica, solar y geotérmica– alcanzó el 19.6% de la producción total de electricidad en el 2019. No se han quedado allí, ahora están promocionando el uso de la TH, tanto para el sector electricidad como para la industria.
El sector privado ha acogido la iniciativa del gobierno chileno. La empresa italiana Enel acaba de anunciar que esperan tener en el 2030 una capacidad de abastecimiento de 2,000 Megavatios de la TH verde, aquella que utiliza energía eléctrica renovable para la producción de hidrógeno, que será utilizado como energético en viviendas e industrias.
Mientras la corriente mundial del ambientalismo avanza a pasos acelerados en el uso energético, aquí nos hemos detenido en el tiempo, a pesar de tener legislación prolífica desde hace 17 años. En el 2003 se tuvo la Ley de Promoción de Biocombustibles, Ley 28054; en el 2008 la Ley de Promoción de la Generación Eléctrica por Recursos Energéticos Renovables (RER)-DL 1002, y en el mismo año se creó el Ministerio del Ambiente(DL 1013). Y en el 2018 se publicó la Ley Marco del Cambio Climático (Ley 30754).
La legislación existente necesita ser actualizada en vista de que los precios de la energía eólica y solar son mucho más competitivos que los de la energía hidroeléctrica y termoeléctrica a gas natural. Además, se necesita incentivar la producción en base a biomasa de residuos urbanos; y la geotermia, en la que se ha llegado a tener hasta 16 permisos exploratorios. Adicionalmente, es indispensable tener una legislación exprofesa para la TH verde, que ya es una tendencia global.
Para actuar de acuerdo a la modernidad hay algunas tareas complicadas. Una de ellas es la conversión de Petroperú, de empresa petrolera a energética, como necesidad para subsistir en el largo plazo. Esa transformación requiere recursos, y la gran limitante será el elevado endeudamiento a largo plazo, que asciende a US$ 3,300 millones de dólares; pero se encuentran en gestión otros US$ 999.5 millones, con lo que se totalizaría US$ 4,299.5 millones.
Los ocho meses que le quedan al Gobierno de transición no deben ser agentes pasivos. Son cuatro las acciones en este ámbito que le corresponden al ministro de Energía y Minas, Jaime Gálvez: iniciar el trabajo de un plan energético nacional, con un horizonte de 10 años por lo menos; actualizar la legislación sobre las RER; decidir cómo transformar Petroperú en empresa energética;y plantear los lineamientos para el desarrollo de la TH verde.
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