Arturo Valverde

Sánchez Sánchez

A 120 del nacimiento de Luis Alberto Sánchez

Sánchez Sánchez
Arturo Valverde
14 de octubre del 2020


Esta semana se ha celebrado un año más del nacimiento de un peruano notable que, por su preparación intelectual y dedicación, ocupó diversos cargos de responsabilidad en nuestro país, y del cual vale la pena escribir: Luis Alberto Sánchez Sánchez (1900-1994).

Autor de muchísimos libros, a lo largo de su vida Sánchez ejerció el periodismo, y en los tiempos de persecución y destierro –en Chile, por ejemplo– fue maestro y director de una editorial muy conocida en su época: Ercilla. Desde rector universitario hasta presidente del Senado y presidente del Consejo de Ministros, Sánchez tuvo una vida larga, pues vivió prácticamente un siglo. Murió a los 94 años, dejando una amplia variedad de obras que considero un reflejo de la inquietud intelectual propia de un niño que es capaz de moldear, con su talento, lo que su imaginación y voluntad le dictan. Estudios sobre gramática castellana, economía aplicada, historia de América Latina, biografías literarias, historia de la literatura peruana, textos de carácter autobiográfico y más. 

Ciertamente, comparar la carrera de Luis Alberto Sánchez con las de aquellos hombres y mujeres que hoy ejercen cargos de alta responsabilidad política, nos llama a la reflexión. Si el siglo XX nos dio un hombre como Sánchez, ¿por qué no ha de suceder lo mismo en este siglo? ¿Qué hace falta para que explote la semilla en otro hombre o mujer de la talla de Sánchez? 

Los inquisidores de su época, sus detractores y perseguidores, creyeron que un hombre con el talento de Sánchez podría ser destruido fácilmente. Quizás envidiaban el talento que ellos jamás tendrían, porque nadie perdería el tiempo persiguiendo a un mediocre, ¿no? Y quisieron apagar el fuego con más fuego. Así, pues, durante el tiempo en que fue perseguido, Sánchez hizo lo mismo que hicieron otros apristas de su generación: escribir y publicar; prueba de que el mejor tiempo para escribir es cuando se es perseguido. Solo en esa situación algunos espíritus parecen encontrar todo el tiempo para escribir lo que en los trajines propios del día a día no podrían. 

Sánchez escribió toda su vida. Empezó a los 19 años, y nunca paró. Se dio tiempo para escribir sus memorias, Testimonio personal, en seis tomos, con un índice onomástico amplio, por donde desfilan los nombres de innumerables personajes del siglo XX. Vivió mucho, por tanto tenía mucho que contar. Y así lo hizo.

Tuvo un programa en TV Perú, La hora de Luis Alberto Sánchez, de 1987 a 1990. Si volviera a la vida no me imagino a Sánchez, con todo su talento, deponiendo sus convicciones políticas solo para evitar ser aplastado por la maquinaria totalitaria de quienes se consideran los dueños de la verdad. Tal vez hasta hubiera escrito algún ensayo crítico sobre la doble moral. Jamás ocultó su aprismo para ganarse el aplauso momentáneo, ni cambió su ideología y pensamiento político dependiendo cómo soplaran los vientos. Es decir, Sánchez jamás podría haber sido un “caviar”. Alcanzó la inmortalidad a su manera. 

Así, pues, queridos lectores, mientras se discute sobre la playa, el fútbol y los escándalos políticos dominicales, hagamos también una pequeña pausa para reflexionar también en un personaje como Luis Alberto Sánchez. Y que su trayectoria intelectual y política se convierta en un referente para todas las generaciones.

Arturo Valverde
14 de octubre del 2020

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