Carlos Adrianzén

¿Sabrán los candidatos?

Sobre la situación de la economía nacional y mundial

¿Sabrán los candidatos?
Carlos Adrianzén
20 de enero del 2020


Este fin de semana se seleccionarán 135 burócratas para desempeñar el puesto de congresista. Esto, descartando percances electrónicos en la contabilidad de los votos. Rebobinemos: en el apresurado mes de la campaña extraordinaria por el ostentoso puesto de Padres de la Patria, cualquiera que hubiese estado expuesto a ponderar las propuestas tendrá una difícil elección. Esta vez los candidatos se parecen mucho. Muchos asumen –ergo, ofrecen- barbaridades. Algunas de las propuestas contestatarias más torpes, por supuesto, rompen récords de demagogia. Incluso en comparación con elecciones congresales previas.

Así las cosas, siendo un número muy abultado (2,325) de candidatos, la mitad de ellos ex burócratas que anhelan regresar, y existiendo una valla electoral es comprensible el tremendo apresuramiento en las propuestas y la agresividad. Nótese que, el final de esto, solamente el 5.8% pasará por caja. Perdón, resultará elegido. Y lo digo sin atreverme a dilucidar… por quién.

Dicho esto, regresemos la pregunta del título: ¿sabrán donde están parados? ¿Me refiero a la situación y tendencias actuales de la economía global, latinoamericana y peruana de inicios del 2020? Me inquieta eso de que la mayoría de las propuestas asume y ofrece barbaridades. Para enfocar esto nada mejor que los números.

  1. ¿Serán los 2,325 consientes que la economía global –en dólares constantes del 2010– el año pasado creció a un ritmo anualizado menor a la mitad del registrado el 2010? ¿Qué, en el mismo lapso, Latinoamérica y el Caribe pasan de crecer al 5% anual, a crecer por debajo del 1%? O que el Perú ha deteriorado severamente su ritmo de crecimiento desde el 8% del 2010 hacia estimados cercanos al 2% el 2019? ¿Serán reflexivos de lo que esto implica en términos de la evolución mediata de la incidencia de la pobreza, la recaudación tributaria, los ahorros previsionales o el crecimiento de la clase media?
  2. ¿Conocerán que la brecha entre los productos por habitante expresados en dólares constantes de países ricos –como los Estados Unidos de Norteamérica, Canadá o Suiza– se distancian cada vez más, década tras década, de las naciones sudamericanas incluyendo el Perú? ¿Qué vivimos en una región donde el subdesarrollo se profundiza por errores de política económica propios?
  3. ¿Tendrán conocimiento de que –a pesar de la guerra comercial– los términos de intercambio que recibimos se mantienen relativamente estables en la última década?
  4. ¿Conocerán que, desde el 2011 a la fecha, el ritmo de crecimiento de los sectores productivos no primarios (manufactura, ¿servicios et al) han perdido el paso del crecimiento económico mucho más que los primarios (minería, agricultura, et al)?
  5. ¿Respetarán el impecable rol del Banco Central defendiendo una baja tasa de inflación que nos da estabilidad, imagen de plaza seria y evita que los ahorros de los trabajadores se licúen, como sucedió en el robo estatal de los ahorros previsionales del IPSS?
  6. ¿Serán conscientes de que, dado el desplome de la tasa de inversión en el país desde el 2013 al año pasado –que se comprime continuamente desde el 26% del PBI a un estimado de 19%– nada será igual? Que el techo de crecimiento de corto plazo se ha reducido significativamente por errores de la política económica local. Que urge que el gobierno deje de introducir cambios depresivos en el entorno legal.
  7. ¿Ponderarán que a la receta de reactivar la economía inflando el gasto estatal le ha ido mal a lo largo del último quinquenio? 
  8. ¿Se habrán dado cuenta de que el costo financiero de emitir deuda soberana ha crecido desde 4.5% el 2015 a un estimado de 6.4% el año pasado?
  9. ¿Que a lo largo del último quinquenio los índices de percepción de corrupción burocrática se han deteriorado, en lugar de contraerse? ¿Y que este índice tiene una sólida conexión estadística con el tamaño del gasto del sector público?

En medio de la campaña casi todos los candidatos se declaran viscerales enemigos de la corrupción burocrática… sector estatal al que aspiran. Pero ni uno solo de ellos plantea algo más que un discurso o la entusiasta inclinación de apoyar un esquema políticamente selectivo de lucha contra la corrupción. Ni un solo candidato ofrece la depuración masiva del Poder Judicial, la Fiscalía y la Policía; o introducir incentivos implacables para castigar la corrupción burocrática; ni mucho menos introducir el remedio por excelencia frente este mal burocrático. Me refiero a reducir drásticamente el tamaño del sector público. Digamos del 30% del PBI que hoy la burocracia nos garrapatea, a un gasto total cercano de no más del 10% del PBI.

Todas las agrupaciones plantean políticas públicas (léase: mayores trabas y mayores presupuestos) a modo de maravilla curativa. Así nos cuentan que resolverían desde la explotación sexual, la violencia, la inseguridad ciudadana, la mediocridad deportiva, la defensa del medio ambiente, etc. Y plantean esto omitiendo que sus iniciativas –al implicar premios y castigos fiscales– multiplicarán el botín de la corrupción burocrática como solo la izquierda mercantilista sudamericana lo sabe hacer.

El grueso de los candidatos, penosamente, ignora que los recursos fiscales (requeridos para que sus propuestas no sean pura y dura demagogia) ya no crecen como antes. Que pocos invierten en el País (ergo, que elevar la recaudación será cada año más difícil y el endeudarnos soberanamente, más costoso). En fin, que la bonanza fiscal fue asesinada hace un quinquenio. Que su amado –u odiado– Vizcarra ha resultado económicamente muy tóxico.

Casi todos los candidatos parecen no conocer, no haberse preparado lo suficiente o ignorar las aludidas cifras e interrogantes. Pero sí parecen conocer la vieja máxima de Paul Samuelson. Saben que –para que voten por ellos– deben ofrecer lo que la gente quiere escuchar. Aunque lo que la gente quiere escuchar –que les abaraten las matrículas, los medicamentos o los créditos, con controles de precios o tasas de interés– nunca pasará por la corrupción, el racionamiento o el desabastecimiento que estas torpes iniciativas generan.

Carlos Adrianzén
20 de enero del 2020

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