Reflexionando sobre globalismo: La dialéctica del despotismo

Globalismo. Ingeniería social y control total en el siglo XXI es la obra más reciente del reconocido politólogo en habla hispana, Agustín Laje. Este libro, escrito con franqueza y contundencia, me resultó sumamente interesante. Lo finalicé antes de que terminara el año, pero las circunstancias me impidieron compartir mis reflexiones en su momento. Considero que todo opositor de la ultraizquierda debería leer esta obra, ya que proporciona herramientas para identificar aliados y adversarios en el debate político actual.

Dada la magnitud de la obra, que consta de casi 600 páginas, he decidido estructurar mis reflexiones en siete artículos, cada uno dedicado a un capítulo del libro. Desde ya, felicito a Agustín Laje por su labor intelectual y el éxito de su libro en todo el continente.

El primer capítulo, titulado La dialéctica del despotismo, ofrece un análisis histórico que se remonta a la Revolución Francesa, considerada la revolución liberal más influyente, aunque no la primera desde un punto de vista ideológico.

En este apartado, quiero destacar tres citas clave que me permitieron reflexionar en voz alta, ya que Agustín Laje y Renatto Bautista, ambos politólogos, se caracterizan por su frontalidad y sinceridad.

En la página 25, Laje escribe:

"La novedad de Condorcet, su modernidad, estriba en considerar la ley como el mero producto de la voluntad humana y, con ello, definir el despotismo como cualquier forma de gobierno distinta de una democracia representativa."

Condorcet (1743-1794), quien en el contexto peruano podría compararse con lo que hoy se llama un "caviar", fue un aristócrata que apoyó la Revolución Francesa. Lo relevante de esta cita es que, desde aquel momento histórico, en Occidente se ha asociado el despotismo como el antónimo de la democracia representativa, lo que ha consolidado la idea de que este sistema es la panacea política.

En la página 45, Laje señala:

"El Terror puede acelerar la historia, puede acelerar el progreso de la libertad del pueblo. La historia se hace; hacer la revolución es hacer la historia, es devenir sujeto, es acelerar el curso de los acontecimientos por la senda preestablecida de la razón."

Esta afirmación recuerda que, desde la Revolución Francesa en adelante, las fuerzas de la ultraizquierda han justificado el uso de la violencia, incluso el asesinato de opositores políticos, como medio para afianzar su poder. Para hacer esta idea más aceptable a las masas, se disfrazan de defensores del pueblo y de la razón, lo que ha llevado a episodios históricos sangrientos, como los perpetrados en la Unión Soviética desde 1917.

Por último, en la página 65, Laje menciona:

"Los ideólogos tal vez no usen sus propias manos para asesinar, pero sus ideas tienen el poder de movilizar a los asesinos. El orgullo y la envidia son pasiones que las ideologías pueden exacerbar hasta extremos insospechados."

Es probable que Marx, Engels y Lenin nunca dispararan una pistola contra un opositor, pero sus ideas sirvieron como combustible para que otros lo hicieran en su nombre, con la promesa de instaurar un paraíso terrenal para el proletariado. La envidia, cuando es explotada por una ideología, puede llevar a extremos de crueldad inimaginables. Concuerdo con Laje en que la ultraizquierda ha sabido utilizar esta emoción para justificar sus acciones más terribles.

Conclusión

Invito a todos los jóvenes a leer Globalismo. Ingeniería social y control total en el siglo XXI, de Agustín Laje. Es una obra fundamental para comprender el contexto político y las estrategias de la ultraizquierda en la actualidad.