Diego de la Torre

Quispe Sisa, Francisco y Francisca a Palacio

Reivindicar a los primeros mestizos de nuestra historia

Quispe Sisa, Francisco y Francisca a Palacio
Diego de la Torre
28 de agosto del 2024


Es hora de que se reivindique el mestizaje en el Perú, el cual está siendo atacado sin misericordia durante décadas por el neomarxismo progresista y más recientemente, por las lunáticas y fragmentadoras políticas identitarias woke importadas de los Estados Unidos. El Perú es producto principalmente de la fusión entre lo Inca y Europeo.

El Virreinato o Reino del Perú fue resultado de la alianza entre la nobleza Inca y Española, tan bellamente simbolizada en ese magnífico cuadro en la Iglesia del Cusco en el que se representan los matrimonios de Beatriz Clara Coya, hija del Inca Sayri Túpac, con Martín Garcia de Loyola y de la hija de ellos, Ana Lorenza Sayri Túpac de Loyola, con Juan Enríquez de Borja. En este caso se fusionó la sangre de los Incas con la de los Reyes de España (Trastámara) y de los Papas del Vaticano (Borja). Como dice el escritor Rafael Aita, ni siquiera en una ficción de Netflix se puede imaginar una alianza tan profunda, tan significativa y tan potente como esa.

Otro matrimonio o unión que ha sido soslayada por la historiografía es la de Francisco Pizarro y la ñusta Quispe Sisa, nieta de Huayna Cápac, que tuvo distinguida descendencia, como su hija Francisca Pizarro Yupanqui, formidable mujer y primera mestiza noble del Perú reconocida por Real Cédula de Carlos V el 12 de Octubre de 1537. Esa gran “mestiza power” se casó con su medio tío, Hernando Pizarro, con quién tuvo cinco hijos proyectando con orgullo, inteligencia y caridad Cristiana esta poderosa nobleza mestiza tanto en el Perú como en España.

Al igual que el excepcional Inca Garcilaso, la hija de Pizarro y Quispe Sisa sintió y encarnó la grandeza de una nación que ya no era España pero tampoco era el Tahuantinsuyo. Francisca Pizarro Yupanqui, como nos relata con maestría la gran escritora española Carmen Sánchez Risco en su gran novela histórica, dedicó una parte importante de su patrimonio y su energía en construir el Palacio de la Conquista en Trujillo de Extremadura donde mandó elaborar efigies de sus padres Francisco Pizarro y Quispe Sisa así como de ella misma, como para dejar a la posteridad el mensaje de la trascendencia de la familia Pizarro Yupanqui como los fundadores de esa gran nación que es el Perú.

Por ello, sugiero con fuerza, con determinación y con profundo entusiasmo patriótico a la Presidente Boluarte que se rebautize el Salón Túpac Amaru con el nombre de Salón Pizarro Yupanqui, exhibiendo los retratos de Francisco Pizarro, Quispe Sisa y su hija Francisca. En mi opinión, esta familia representa de manera mucho más potente y significativa la fundación biológica, cultural e histórica de la Peruanidad. Como comentábamos con la excepcional escritora española en una cena en Lima, la biografía de Francisca Pizarro Yupanqui evidencia, como en el caso del Inca Garcilaso, una visión integradora de ese fascinante y fértil encuentro cultural donde Eros venció a Tanatos. Coincido totalmente con ella que entre España y el Tahuantinsuyo hubo una gran historia de amor, tan diferente de la visión tanática, deprimente y falsa de la historiografía literaria del marxismo-progre negrolegendario.

Ya es hora de que Perú deje de ser la Cenicienta del mundo Occidental y que forje, como quería el Inca Garcilaso y Francisca Pizarro Yupanqui, una Peruanidad mestiza de primer mundo y que, junto con España y la Hispanidad, pise fuerte en la geopolítica y en la cultura global, tal como lo hizo en los siglos XVI, XVII y XVII. Por todo lo expuesto, reitero el pedido a la presidente Boluarte para que el Salón Túpac Amaru sea cambiado por el Salón Pizarro Yupanqui. El Salón Túpac Amaru en Palacio de Gobierno fue otro de los arrebatos afiebrados del nefasto dictador Velasco, alentado por intelectuales marxistas, que pretendió hacer de José Gabriel Condorcanqui una especie de Che Guevara del Siglo XVIII.

Según varios historiadores, entre ellos Rafael Aita, Condorcanqui pidió ser reconocido como heredero del Marquesado de Oropesa lo cual le fue negado, en particular, por la reputada opinión del Alferazgo Real de los Incas que tuvo durísimas palabras sobre él: “como extranjero en la sucesión de los Incas usurpó el apelativo de Tupa Amaro a la leal y fidelísima casa de Don Diego Felipe de Betancourt y Tupac Amaro”. Dijeron también estos descendientes de Incas: “José Gabriel Condorcanqui, fingido Tupac Amaro, y supuesto Cacique de pueblos, que no era ni pudo ser, porque fue de vil e ignorada extracción”. En lugar del sobrevalorado Condorcanqui, imaginemos a nuestros Presidentes mostrando a los visitantes de Palacio los retratos de Francisco, Quispe Sisa y Francisca explicando la épica y fabulosa historia de esta gran familia, fundadora del Perú.

Como muy bien dice nuestro premio Nobel al referirse al Inca Garcilaso: “Lo notable y novedoso en su actitud frente al tema de la identidad, es que fue el primero en no ver la menor incompatibilidad entre un patriotismo Inca y un patriotismo Español, sentimientos que en él se entroncaban y fundían, como un todo indisoluble, en una alianza enriquecedora”. Ese es también el poderoso mensaje y mandato que la familia Pizarro Yupanqui nos ha dejado y que la gran mujer que fue Francisca nos dice con un grito mudo desde su efigie pétrea en el Palacio de la Conquista de Trujillo de Extremadura. Es hora de recobrar la grandeza y la unión del Perú reivindicando a Francisca dándole el lugar que merece, junto con sus ilustres padres, en el Palacio de Gobierno del Perú. Ellos son los progenitores, más que simbólicos, de esa bella nación que es el Perú. Señora Presidente Boluarte, la decisión es suya. Francisca Pizarro Yupanqui le agradecerá y le sonreirá con cariño desde el cielo.

Diego de la Torre
28 de agosto del 2024

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