Arturo Valverde

Queridos huéspedes

Reflexiones a partir de un cuento de Chéjov

Queridos huéspedes
Arturo Valverde
02 de marzo del 2022


¿Quién no ha padecido a causa de visitas inoportunas? Unas aparecen momentos antes de la hora del almuerzo (madres, padres, tíos, sobrinos…), y aunque las ollas estén a punto de explotar, nada parece perturbarlos; por el contrario, se acomodan alrededor de la mesa. Luego de un buen rato, la inoportuna visita decide marcharse. “Vuelvan a visitarnos… Vuelvan a visitarnos…”, dicen a regañadientes los dueños de casa, mientras maldicen por dentro: “¡Ya era hora de que se vayan!”. 

Otras visitas, en cambio, llaman a la puerta de nuestras casas en un domingo por la mañana, o en el preciso instante en que la familia se dispone a comer el pan y beber el café. “¡Hola, esperamos no molestar!”, anuncia la visita mientras ingresa a la casa, y los dueños replican con resignación: “No es ninguna molestia… pase… pase… ¡Qué gusto verlo!”. Luego de tomar su posición, se añade una taza más a la mesa. ¡Qué grata visita!

Pero al contrario de otras personas, Sasha, un joven que acaba de contraer matrimonio, no está dispuesto a callarse por semejante irrupción en la paz de su nuevo hogar. Quiere que se vayan. ¡Lárguense! “¡No son mis parientes, sino los tuyos…!”, le dice a su joven esposa, Varia, irritado por la presencia de Kostia, Nina, Fifa y otros más que justifican su inesperada visita, diciendo: “Hemos venido toda la familia a veros y a pasar tres o cuatro días con vosotros. Espero que no os molestaremos…”. ¡Sí, claro! ¡Qué ocurrencia!

“¡Que se vayan al diablo!”, alcanza a decir Sasha, enojado porque desde que llegaron, no puede dejar de pensar en las atenciones y el tiempo que depara el grupo. “¡Han venido a verte a ti! ¡Que se vayan al diablo!”, le dice a Varia.

Para Sasha parece claro que, en este caso, la tarea de deshacerse de esta visita recae enteramente sobre su esposa, pero ella le contesta “mirándole a su vez con aborrecimiento y maligna expresión”. ¡Ah, esas miradas! Lo dicen todo. 

Al recién casado no le queda otra alternativa que atender a los invitados por dos o tres días; se trata de la familia de su esposa, ¿cómo echarlos de la casa sin generar un disgusto mayor? Es injusto, recién acaba de contraer matrimonio y su hogar ya está invadido por parientes que parecen haber olvidado que un joven matrimonio requiere tiempo para sí mismo, sin visitas inoportunas que se apoderen de su hogar. “¡Vengan, por favor…! ¡Vengan, por favor…, queridos huéspedes!”, les dice el pobre Sasha, bajo la mirada maligna de su esposa que sin hablar parece decirle: “¡ni intentes tratar mal a mi familia, amor mío!”. Ya podemos intuir lo que será el resto de los días de Sasha, el recién casado, como claramente deja entrever Antón Chéjov, en su cuento “Los veraneantes”.

Arturo Valverde
02 de marzo del 2022

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