Cesar Peñaranda

Productividad, reformas e infraestructura

Elementos clave para mejorar la productividad

Productividad, reformas e infraestructura
Cesar Peñaranda
12 de noviembre del 2020


Los términos reformas estructurales e infraestructura son mencionados con mucha frecuencia para destacar la trascendencia que tienen para nuestra economía, pero no son asociados con la productividad. Sobre esta última palabra, no siempre está claro qué significa para quienes la utilizan,  y al parecer menos aún saben de la enorme relevancia que tiene para cualquier economía del mundo. Y en especial para la nuestra.

El permanente incremento de la productividad es el principal impulsor del crecimiento en el mediano y largo plazo, aquel crecimiento que abre el camino a la prosperidad. Por ello algunos destacados economistas –como Baumol, Blackman y Wolff–señalaron que, sin ser una exageración, se puede decir que en el largo plazo probablemente nada es tan importante para el bienestar económico como la tasa de crecimiento de la productividad. O que esta última, como dice William Easterly, es la que explica gran parte de las diferencias en crecimiento per cápita entre países.

¿A qué nos referimos los economistas cuando hablamos de una estrategia de crecimiento que incremente de manera permanente la productividad? Pues a aquella que aumente la eficiencia con que son utilizados los factores trabajo (laboral) y capital; más concretamente a la contribución que hacen al proceso productivo todos los elementos que intervienen directa o indirectamente, sean internos o externos a la empresa, con excepción de incrementos en empleo y capital. Esto es lo que se conoce como productividad total de factores (PTF). Cabe precisar que la productividad del trabajo y el capital tienen relación directa con la PTF, pues los aumentos en ellas pueden ser resultado de ganancias en la PTF.

Una manera alternativa de ver la PTF, más familiar al lenguaje que utilizan los empresarios, es que el incremento (reducción) de la PTF significa reducción (incremento) de costos reales y por tanto mejora (deterioro) en la competitividad de los agentes económicos. Se hace nítida la relación entre productividad, costos reales y competitividad. 

Queda claro entonces que aspectos específicos, que parecen actuar aislados –como las trabas burocráticas, el exceso de regulaciones, los sobrecostos laborales o la carencia o deficiencia de infraestructura, por mencionar algunos– tienen íntima vinculación con la PTF. Y por tanto, fluye el porqué de la necesidad, además de la urgencia en nuestro caso, de las reformas estructurales y la inversión en construcción y mantenimiento de infraestructura. Es más, no solo no se llevan a cabo, sino que empeoran. Y por ello la caída en la PTF de Perú que calcula el Conference Board, o en los indicadores de competitividad que utiliza el Word Economic Forum, lo que en gran medida explica el crecimiento a ritmo decreciente del PBI per cápita y la significativa caída del crecimiento potencial la década pasada. No perdamos de vista que por la pandemia y el deficiente manejo de la economía este año tendremos una profunda recesión y empezamos muy mal la década del 2020. Pero sin olvidar que la economía estaba de caída, en particular el último quinquenio.

Lo señalado hace incuestionable que cualquier plan de gobierno debe considerar de manera prioritaria las reformas estructurales pendientes, concretamente las referentes a las del Estado –y en particular la del Ejecutivo en sus tres niveles (nacional, regional y local)–, la reforma laboral, tributaria y la de innovación, ciencia y tecnología. Por supuesto igualmente son altamente relevantes las reformas orientadas a mejorar el capital humano, necesarias no solo para incrementar su productividad, sino también por ser vitales para la búsqueda de la equidad en la distribución de oportunidades. Nos referimos a la reforma de la educación y la salud.

Paralelamente debemos mejorar el ambiente de negocios para potenciar la inversión en general, y en infraestructura en especial, para lograr la presencia activa y muy necesaria del sector privado, vía concesiones, obras por impuestos u otro mecanismo similar. No sobra resaltar que es esta la forma de generar empleo e ingresos adecuados, no con subsidios. Y por tanto, también la ruta para resolver otro de los temas críticos del país, como es la informalidad laboral y empresarial, mediante el incremento de la productividad de ambas sobre la base de las reformas estructurales y la inversión precisadas. 

La tarea es enorme y compleja, pero indispensable de llevar a cabo si queremos alcanzar, más temprano que tarde, un mayor crecimiento potencial, concretarlo en tasas altas de crecimiento del PBI per cápita y, por esta vía, bajar la pobreza, erradicar la pobreza extrema y elevar el bienestar general de la población. Son estas las propuestas que debemos esperar de aquellos candidatos que aspiran a ser el próximo gobierno o integrantes del nuevo parlamento. Estemos atentos.

Cesar Peñaranda
12 de noviembre del 2020

NOTICIAS RELACIONADAS >

Programa Económico 2026-2031

Columnas

Programa Económico 2026-2031

Estamos aproximadamente a dieciocho meses para conocer al nuevo Ejecut...

07 de febrero
Políticas y acciones pro educación y salud

Columnas

Políticas y acciones pro educación y salud

Reiteradamente en mis escritos y entrevistas señalo con &eacute...

19 de agosto
¿Quo vadis, Perú?

Columnas

¿Quo vadis, Perú?

Es lamentable y preocupante que una vez más sea pertinente preg...

14 de junio

COMENTARIOS