Arturo Valverde

Pesen lo que pesen

Sobre la pasión por la lectura

Pesen lo que pesen
Arturo Valverde
26 de marzo del 2024


Leer más de 1,400 páginas de una novela puede ser un enorme reto para quienes están poco acostumbrados a obras extensas. Pero estoy seguro de que para otros hay un ejercicio placentero y un gozo intelectual cuando se sumergen, por ejemplo, en
Los miserables de Victor Hugo.

Por más de sesenta días, aquella novela me ha acompañado a todas partes, añadiendo además del refrigerio que cargo todos los días como un ladrillo, el peso de los dos tomos publicados por Alianza Editorial, que me obsequiaron por navidad. Es posible que el lugar donde he pasado más tiempo leyendo este libro sea en los buses. A veces, me he sentido tentado a una lectura ágil para liberarme de estos kilos demás, pero siempre acabo cargándolos conmigo. ¡Qué importa lo que pese! 

El caso es que he llegado al capítulo 16, quinta parte, titulado Jean Valjean, y me he quedado sorprendido con las ocho páginas que la componen por un motivo en especial, el manejo de los espacios y tiempos. 

“Había en ese mismo momento, en el parque de Luxembourg -porque la mirada del drama debe estar presente por todas partes-, dos niños cogidos de la mano. Uno de ellos podía tener siete años, y el otro, cinco. Como la lluvia los había mojado, iban por los paseos del lado del sol; el mayor guiaba al pequeño; iban harapientos y estaban pálidos; parecían aves esquivas. El más pequeño decía: Tengo mucha hambre” (Pág. 427, Los Miserables, Alianza Editorial, 2022).

Para mí ha sido imposible evitar memorizar esa línea, cuando Victor Hugo, nos dice: “La mirada del drama debe estar presente en todas partes”. Y para probar este punto, la escena parece dividirse en dos momentos que se desarrollan de manera paralela, como tantas situaciones de la vida diaria; como todos esos instrumentos en una orquesta que dan forma a una canción al unísono.

Recordemos que, a estas alturas de la novela, se desarrollan varios eventos, los principales quizás sean las protestas y revueltas en las que participa Valjean, Marius, Enjolras y otros más. Pero Victor Hugo, advierte al lector y al escritor que debe poner su mirada en distintas partes y eventos, porque hay hechos que están en desarrollo a la vez, y por eso añade más adelante: 

“Casi al mismo tiempo que los dos niños, se acercaba al estanque grande otra pareja. Era un buen señor de cincuenta años que llevaba de la mano a un niñito de seis. Seguramente un padre con su hijo. El niñito de seis llevaba en la mano un bollo grande”. (Pág. 432, Los Miserables, Alianza Editorial, 2022).

Al final, como dos ríos que van a unirse en una sola corriente, ambos eventos, los dos niños hambrientos y el otro que trata del niño con el bollo, confluyen en una misma historia. Luego, para redondear este capítulo, y nada quede en el aire, la exclamación “Tengo mucha hambre”, que un niño pronuncia al principio, al final de este capítulo culminará cuando el mayor le responde: “Échate esto entre pecho y espalda”, y qué le da, le da el bollo que el otro niño que paseaba con su padre arrojó a un estanque, resolviéndose la historia.

¿Pesan los dos tomos de “Los miserables”? Sí, pesan, pero puede ser que, en pocos días acabe de leerlos, me libere del peso, me tome un respiro. Aunque lo más probable sea que después acabe por reemplazar la carga anterior por otra. No tengo cura, estoy acostumbrado a llevar un libro siempre conmigo. Pese los kilos que pese.

Arturo Valverde
26 de marzo del 2024

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