Juan Sheput

Perú retrato de un país apático

Despreciamos el entorno pues creemos que no nos puede ofrecer nada

Perú retrato de un país apático
Juan Sheput
27 de octubre del 2023


Han pasado 65 años desde que Luis Alberto Sánchez escribiera una de sus obras más conocidas “Perú, retrato de un país adolescente”. En dicho texto reflexiona sobre una serie de textos que describían nuestra realidad, escritos por personajes notables como Francisco García Calderón, Víctor Andrés Belaúnde, Jorge Basadre y José Carlos Mariátegui. Sánchez describe al Perú cual figura animada, cual ser humano con sentimientos, colocándolo en la etapa de la adolescencia, cuya principal característica es la de la inseguridad de aquel que creciendo en físico y virtudes las ignora porque simplemente no se da cuenta de que las posee. El maestro señala que nuestro país tiene climas, recursos, historia, gente capaz en todas sus clases sociales, pero simplemente no cree en sí mismo, a pesar de este valioso capital, y se sumerge en la mediocridad.

Añadiría a lo dicho por el maestro Sánchez que el adolescente madura cuando tiene referentes. Si estos son positivos quiere progresar, los quiere imitar, pues considera que ese es el ejemplo para seguir. Como es obvio, los referentes también pueden ser negativos. Allí viene el papel del entorno, de la sociedad, que da contexto moral y favor social a quien apuesta al que sigue el sendero positivo castigando al que va en sentido contrario.

¿Pero qué pasa cuando un país no tiene referentes ni liderazgo? A la inseguridad del adolescente puede sobrevenir la apatía, estado pasajero, o la depresión, estado que puede ser terminal. La apatía suele definirse como una falta de ánimo, de voluntad, de ganas de “hacer”. El apático es aquel ser que actúa indiferente ante lo que le rodea. No le importa lo que pase. En cierta medida no espera nada pues sabe que aquellos que podrían darle algo no están en capacidad de hacerlo. Cunde entonces la indiferencia. Al apático no le importa lo que suceda. Prefiere lo establecido pues su inseguridad le impide hacer algún cambio. Así, con esa actitud, se inmoviliza y solito se coloca en el umbral de la autodestrucción.

La sociedad peruana se ha vuelto apática. El Perú como tal sufre de una apatía que causa que seamos indiferentes ante la profunda mediocridad e incapacidad que nos rodea. Despreciamos el entorno pues creemos que no nos puede ofrecer nada. Las instituciones, que deberían ser referentes, al estar plagadas de gente incapaz, amoral y hasta corrupta, no despiertan ningún estado positivo en los ciudadanos. Es así que, por ejemplo, los congresistas pueden hacer lo que les dé la gana, y a la ciudadanía no le importa.

Una sociedad así marcha a la deriva pues su adormecimiento o desprecio invisibiliza los verdaderos peligros, como la delincuencia organizada. Un país así, con una sociedad sin líderes, incapaz de luchar, puede llegar a un punto de no retorno. Sacudámonos. No seamos apáticos. No nos acostumbremos a convivir con la mediocridad e incapacidad que nos rodea.

Juan Sheput
27 de octubre del 2023

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