Perú hacia el mundo

El proceso de desarrollo del Perú es ciertamente complejo. Pero la mejor manera de alcanzar la meta deseada es diseñar, difundir y compartir una visión común que conduzca hacia un nivel de satisfacción social que se retroalimente siempre para no distanciarnos de otros países.

Orientarnos hacia esa meta implica analizar el espacio geográfico con el que contamos y la ubicación que ocupamos en el mundo, y sustentar nuestro desarrollo en las fortalezas con las que cuenta el Perú, por las cuales es reconocido como competitivo. De lo contrario, pretender dar prioridad a aquello que no constituye una fortaleza es optar por hacer un nuevo camino, cuando ya tenemos rutas exitosas que deben consolidarse, expandirse y servir de locomotoras para el conjunto de otras actividades económicas. Es la mejor garantía de que las otras actividades se conviertan, efectivamente, en negocios sostenibles.

Somos un país megadiverso, multilingüe y pluricultural. Esas son nuestras fortalezas; pero además de ellas hay algunas ya consolidadas en el comercio internacional, como la producción y exportación de materias primas o de minerales refinados. También tenemos pesca y un creciente y pujante sector agrícola que avanza, afortunadamente, a pasos agigantados.

¿Qué requieren sectores como la agricultura y el turismo para expandirse? El primero, un suministro adecuado de agua y mucha tecnología para que el producto agroindustrial llegue en condiciones óptimas a la mesa del consumidor. Lograr este objetivo demanda un encadenamiento entre el sector productivo y la academia, que debe investigar cómo hacer más eficiente el empleo de los escasos recursos disponibles, cómo se traslada la producción hacia los puertos de embarque y cómo se hace para que la carga llegue en condiciones de humedad y temperatura adecuadas a los mercados de destino.

El primer paso es la investigación de mercado para ver qué es lo que demanda el consumidor. El segundo, investigar si podemos satisfacer dicha demanda con nuestra producción o si podemos adecuarla. El tercero, si se cumplen los dos previos, cómo hacemos para que el Estado destine recursos para facilitar el traslado de la producción obtenida; es decir, infraestructura. Pero la infraestructura en la actualidad abarca —además de la obra física tradicional—, carreteras, puertos, aeropuertos y sistemas de comunicación, porque se demanda un producto en tiempo real y la respuesta debe ser coordinada y satisfactoria. Este es el mercado global al que nos enfrentamos y de cual no podemos eludir estar presente si realmente queremos gozar de los beneficios que el intercambio internacional produce.

Turismo es otro rubro, pero nuestro nicho de mercado está principalmente en el turismo cultural. Esta actividad es muy potente en cuanto a generación y demanda de servicios y, por lo tanto, genera empleo. ¿Cuál es el paso previo que demanda? Inversión en infraestructura, otro punto de encuentro entre la agricultura y este sector.

Como siempre, la gran pregunta es dónde vamos a obtener los recursos para brindar las condiciones previas al despegue de sectores como la agricultura y el turismo. La respuesta es casi unívoca: de la actividad minera. Su expansión es clave para el desarrollo nacional; especialmente por el horizonte conocido hasta la actualidad, más de 50 años de reservas en muchos metales.

Consolidemos la minería y la industria manufacturera vinculada a ella, generemos clusters y una academia minera de primer nivel, investiguemos cómo producir más y al menor costo posible, e investiguemos al mismo tiempo cómo reducir el impacto ambiental y habremos generado recursos para integrar a la mesa del desarrollo a los millones de peruanos que aún están en condiciones de pobreza y pobreza extrema. Sin inversión no hay desarrollo posible ni empleo que contribuya decididamente a la generación de bienestar.