Perú con rumbo incierto

Una visión de corto plazo centra su análisis en las imaginarias o reales disputas entre los poderes Ejecutivo y Legislativo, pero lo cierto es que quienes tienen la responsabilidad de preservar el Estado de derecho están socavando la viabilidad del propio Estado peruano, que en sí mismo se encuentra desestructurado. Las autoridades de los diferentes niveles de gobierno no logran que sus disposiciones sean ejecutadas, sea por la profusión normativa o por el frondoso aparato burocrático. ¿Se puede desatar el nudo gordiano? Sí, pero ello requiere convicción. De lo contrario, se suele optar por la popularidad efímera o mediática. El riesgo es que se termina por incentivar una práctica política propia de los procesos electorales, alejándose de lo que constituye el ejercicio responsable de la función gubernamental. 

¿Qué está ocurriendo en Arequipa? El presidente Vizcarra acude a una reunión para intercambiar puntos de vista con autoridades municipales y del gobierno regional. Alguien graba al mandatario; por consiguiente, se rompe la confianza que él entregó a quienes lo recibieron. Posteriormente la grabación fue hecha pública, y se escucha al mandatario negociar en contra del desarrollo de un proyecto minero que ha cumplido con todas las normas del Estado nacional. La consecuencia lógica: pérdida de credibilidad de autoridades en general.

La subsecuente convocatoria a elecciones anticipadas transmite incertidumbre en el ámbito nacional e internacional. Cualquiera, en estas circunstancias preferiría esperar a un nuevo gobierno. No obstante, la solución propuesta vulnera la institucionalidad, tal es así que ha generado una crisis en la representación parlamentaria del partido de gobierno y la vicepresidenta se ha manifestado en contra del adelanto de las elecciones. Un dicho popular reza: “puente de plata para quien se va”; pero sucede que el gobierno no ha construido dicho puente, o desea hacerlo poniendo en riesgo los casi 30 años que nos ha costado lograr estabilidad económica. Ojalá no terminen afirmando que la economía no se cayó, tan solo se desplomó, parafraseando a un funcionario de la última gestión del ex alcalde Castañeda Lossio. 

En concordancia, la urgencia por dejar el gobierno parece responder más al interés de que el desplome de la economía no se haga manifiesto ante los ojos de la opinión pública y se exprese en el consiguiente aumento a la desaprobación a la gestión gubernamental. Por eso el presidente cede a todo y ante todos aquellos que lo presionen, quizás sin percatarse de que está vulnerando el principio de autoridad, y que tarde o temprano podría revertir en su contra.

Algo similar estaría ejecutando el gobernador de Arequipa, Elmer Cáceres Llica, repudiado en actos públicos llevados a cabo durante las celebraciones por el 479 aniversario de Arequipa. Cáceres, después de la deplorable celada al mandatario, ¿reclamará la candidatura de alguna de las facciones de la izquierda por ser “más audaz”? Empero, cabe preguntarse si la audacia es el signo a destacar de quien pretende ser gobernante. Esperemos que no. Lo que debe caracterizar a un líder son sus convicciones, porque en función de ellas genera confianza, sea que surjan o no coincidencias. Cuando una persona tiene convicción en sus ideas, sus actos son previsibles.

Pero, ¿qué sucede en la actualidad? Los partidos que disputaron la presidencia en las elecciones del 2016 ofrecieron a la ciudadanía promover las inversiones como una estrategia para generar empleo y reducir la pobreza. Sin embargo, en el ejercicio del poder, la agenda parece estar siendo trazada por quienes ya condujeron al país a un escenario incierto.