Arturo Valverde

Perú, 1895

Crisis de la república aristocrática caviar

Perú, 1895
Arturo Valverde
06 de agosto del 2020


Un libro ha venido a mi mente a raíz de la manera en que Pedro Cateriano y sus relacionistas públicos han reaccionado ante la decisión del Congreso de la República de negarle el voto de confianza. Se llama
Apogeo y crisis de la república aristocrática, escrito por Manuel Burga y Alberto Flores Galindo. Dicen los autores en su capítulo “La mentalidad oligárquica”: “La intolerancia y la fuerte tendencia represiva de la oligarquía mostraba los temores de una clase que se sabía numéricamente reducida, con un poderío económico solo aparente, rodeada de una masa indígena y campesina a la que despreciaban por ocultar el temor que los asediaba”. 

Recordé este libro esta mañana porque estaba preguntándome si habíamos regresado al año 1895, a la época en que los altos cargos de un Gobierno se repartían como un “carrusel” en los clubes más aristocráticos de la Lima de principios del siglo pasado. Si antes se creía que los cargos públicos se decidían en el Club Nacional, hoy estamos ante el club de tenis o un reducido club de amigos. ¿No son los mismos que hicieron del eslogan “ciudadanos de segunda clase” su arma de ataque político contra un expresidente de la República, tergiversándolo malvadamente? Ahora, la realidad nos muestra que son ellos los que tienen una actitud soberbia y parecen mirarnos desde lo alto de sus balcones de sus casas de playa, creyendo que solo ellos saben lo que es mejor o no para nuestro país.

El “fujiaprismo” como argumento de enfrentamiento y tildar a los congresistas de “fanáticos religiosos” revelan la distancia que separa a esta nueva “élite” de los peruanos que se sienten representados por el fujimorismo, aprismo, frepepismo, “acuñismo”, etc. Eso es democracia, algo que ni él ni sus relacionistas públicos parecen entender. 

Pero hay algo más: aquí se ha menospreciado a la democracia, bajo la hipótesis de que algunos creen que están por encima de la decisión de las urnas. Los congresistas son elegidos por voto, no son puestos “a dedo”, como podría ser el caso de un club.

Para acabar, me pregunto si el “caviarismo”, por llamarlo de algún modo, es hoy lo que fueron en su momento esas élites rancias que vivían de espaldas a la realidad. Yo creo que tarde o temprano, como nos muestra la historia, ese “caviarismo” se desgastará y habrá un rechazo generalizado contra ellos, que creen tener la autoridad de tildar al congreso como si se tratara de una banda delictiva, similares a las que llenan las páginas policiales de un diario. Tuvieron su apogeo. Hoy, parafraseando a Flores Galindo y Burga, ¿estaremos frente a la crisis de la república aristocrática “caviar”?

Arturo Valverde
06 de agosto del 2020

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