Mario Saldaña

Perder uno, pero no cinco

Perder uno, pero no cinco
Mario Saldaña
01 de junio del 2017

Gobierno necesita reponerse de un año económicamente muy malo

Recojo opiniones de empresarios grandes, medianos y chicos, inversionistas de la mayor parte de rubros, casi todas las áreas de estudios económicos de los bancos, y en general de la calle misma, y la impresión es una sola: el 2017 se perdió en términos de crecimiento y de incremento de la inversión privada. A esperar el 2018.

Las “esperanzas” para este segundo semestre se centran en lo que suceda a nivel de la “reconstrucción con cambios”, el mayor gasto de gobiernos subnacionales y, con suerte, un par de proyectos mineros de envergadura que están en la puerta del horno. Y nada más. La pregunta es ¿se podría haber hecho más? La respuesta, a mi juicio, es sí, y mucho más. Sé que existe el dicho de que es fácil ser general después de la batalla, pero el Gobierno cometió un par de errores de diagnóstico severos.

Uno es pensar que los “grandes” proyectos de inversión heredados de la gestión humalista podrían haber sido rescatados con “cirugías” (mayores o menores, dependiendo de cada caso) para no perder tiempo y lograr un rápido rebote respecto al 2016. Pero como se lo comenté personalmente a uno de los dos vicepresidentes de la República actuales en junio del año pasado, la adecuación o el replanteamiento de los “horrores” (más que papas calientes) que dejó la pareja presidencial —no solo a nivel de contratos (Chinchero por ejemplo), sino de las bases de varios concursos y licitaciones (por ejemplo, Gasoducto del Sur, Línea 2 del Metro, la concesión para distribuir el gas natural en Piura, etc.)— terminarán siendo, al final del día, severos problemas políticos. A todo ello se suma un Congreso fujimorista con cero ganas de hacer concesiones al Ejecutivo.

¿Cuál era la alternativa? Pues incluso antes del 28 de julio del año pasado, adelantar que varios proyectos heredados entraban en revisión, y que si el Gobierno entrante consideraba que adolecían de severos problemas de origen serían dejados de lado o reestructurados desde un nuevo Proinversión, también reestructurado (cosa que felizmente sí se está haciendo). Ese era el momento.

Lo segundo es no haber insistido persistente y tercamente en un acuerdo mínimo con el fujimorismo. No de cogobierno, sino de emprendimiento de un paquete de reformas básicas o mínimas. Pues si Keiko Fujimori seguía dando la espalda, correspondía convocarla públicamente a un diálogo por el país —con agenda incluida— a asumir su responsabilidad ante el Perú.

Es claro que El Niño costero y el caso Lava Jato van a influir notablemente en esta situación de casi parálisis de la inversión y el crecimiento. Pero precisamente un acuerdo por un grupo de reformas elementales hoy podría detener, o al menos morigerar, este triste e irresponsable espectáculo que brinda la política peruana ante su población, de sacrificar el interés del país y su futuro por la conveniencia de cada agrupación, sobre la base de un cálculo inmediatista e indolente.

Pero más triste será cuando todo esto se vaya de las manos y no alcance el tiempo ni el espacio para escuchar acusaciones cruzadas sobre quién tuvo más responsabilidad. ¿Será que el Perú sólo saldrá adelante el día que por arte de magia sus políticos duerman?. Quién sabe.

Señores: reaccionen. Hemos perdido el 2017, no perdamos cinco años

 

Mario Saldaña C.

 
Mario Saldaña
01 de junio del 2017

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