Manuel Gago
Pedro, y los Pedros por delante
¡Cómo duele tanta indiferencia y pasividad!

Tres quinquenios perdidos y la indignación popular no se manifiesta como debería: de manera abrumadora y firme. Pero si lo hace por un gol perdido. ¿Qué le está pasando al país? ¿Acaso una suerte de arrebatamiento de la conciencia ciudadana con plazo indefinido?
Qué una cuarta parte de la población, ¡y la más pobre!, apruebe la gestión presidencial de Perú Libre, es el resultado de la enseñanza en la escuela pública. No hay duda. Desde que apareció el SUTEP, en 1972 –durante el septenato velasquista– los profesores comunistas abandonaron en las aulas las lecciones sobre democracia y libertad. Observando nuestra realidad, pensamos que quizá nunca hubo ese esfuerzo a cabalidad. Por el contrario, los maestros están empeñados en culpar de las carencias a los ricos y empresarios, en lugar de las autoridades que la población elige. La dependencia del Estado es el “padre nuestro” de cada día, hasta que queda bien grabada en el alma de los niños. Así se demoniza el capital privado e individualidad.
Con Pedro Castillo en la presidencia, el adoctrinamiento marxista deja de ser sutil, y la propagación de los ideales socialistas se convierte en el gran esfuerzo nacional y política de Estado. Se riega odios en terreno fértil, en los afectados de por vida. Se atizan las diferencias en las plazas públicas. En lugar de conciliar, traza líneas divisorias, entre los pitucos limeñitos y los cholitos provincianos. La lucha de clases, directamente, desde la presidencia de la República.
Perú está gobernado por un puñado de marxistas extremistas, de primera generación, del Karl Marx del siglo antepasado. Frente al peligro, solo un puñado de opositores se manifiesta. El resto sigue en lo suyo, como si no los afectaran las dificultades; son velet, volátil, lastre y, sobre todo, mercenarios en el momento de las definiciones cruciales. La cobardía, una vez más, manifestándose como la constante histórica. La población está desprendida de sus responsabilidades cívicas, sin mirar la oscuridad que se aproxima. Y así, el comunismo cavernario se va imponiendo fácilmente, sin resistencia.
En ese terreno fértil, del que se aprovecha Castillo, la desunión es también acaso ¿parte de la identidad nacional? Lo vemos claramente en la oposición política. Sucedió en Venezuela. Permitió allanar el camino de Hugo Chávez. La misma desvergüenza de las representaciones parlamentarias que se creía que serían las que detendrían al autoritarismo. Las comarcas propias continúan siendo el devenir histórico, sin identificar con claridad al enemigo principal: el comunismo. En estos momentos cruciales, desenvainan sus espadas por alcaldías y gobiernos regionales a elegirse en octubre próximo, por cupos de poder, manejo de obras públicas y popularidad. “En río revuelto, ganancia de pescadores”. Perú Libre ganará suficientes gobiernos locales y regionales para seguir con el nuevo Estado en construcción, el socialista, y continuar demoliendo las instituciones nacionales con la conformidad de las mayorías.
La responsabilidad del avance de Perú Libre es mayor en las nuevas clases medias, dedicadas a exhibir sus pequeños logros y sus batallas insulsas. La derecha popular está ocupada en sus ganancias diarias. La tradicional, como siempre, de costado. Espera que por ella, otros pongan el pecho. Tiene pasaporte, visa y las maletas siempre listas. Los inversionistas locales siempre tienen un pie fuera del país. Los privilegiados tienen maneras de salir airosos de la catástrofe por venir. A los ilusos, a los que creen en la representación parlamentaria, les espera una sumatoria de desdichas, sin poder hacer nada, abandonados con sus banderas y silbatos de plaza pública. Ninguneados por los principales afectados del socialismo.
Y así como Pedro Castillo, tendremos otros gobernantes iguales, parecidos o peores, que irán llegando. Acostúmbrese, no se queje. La pasividad contribuye enormemente al socialismo, se hace cómplice. ¡Cómo duele tanta indiferencia, tanto conformismo, tantas palabras sin acciones que las respalden!
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