Iván Arenas

Pedro Castillo frente al capitalismo popular

Pretende colectivizar a una sociedad altamente antiestatal e informal

Pedro Castillo frente al capitalismo popular
Iván Arenas
20 de julio del 2021


Luego de las declaraciones del proclamado presidente Pedro Castillo acerca de que no renunciará a una asamblea constituyente –y que desde su gobierno y su bancada en el Congreso habrá una agitación permanente “para cumplir con su palabra”– surgen varias interrogantes. Entre ellas, cuál será la relación entre la administración de Perú Libre y el capitalismo popular, esa enorme red de mercados emergentes y populares de cooperación y competencia que constituye el tejido económico del país

Antes de continuar, cabe subrayar que Perú Libre jamás ha abandonado la inspiración marxista-leninista de su proyecto político. De allí su insistencia en que sea una asamblea constituyente la que redacte una nueva constitución de orientación socialista que, según las creencias en la zurda, solucionaría todos los males del Perú. 

Ahora bien, si en Perú Libre se cree que con una asamblea constituyente y una nueva constitución convertirán a un país de mercados populares con alta informalidad como el Perú de manera automática en un país socialista y colectivista se equivoca de cabo a rabo. No han entendido o no son conscientes en absoluto del país que emergió a la caída del fujimorato y que hoy, luego del drama de la pandemia de Covid-19, desarrolla un desborde pacífico. 

Todo lo anterior tiene que ver con la visión que Cerrón, Castillo y los propios caviares tienen de su peculiar victoria de la segunda vuelta, arropada de serias dudas. Si Cerrón y Castillo creen que su victoria se debe solo a su intensa propaganda leninista y la reafirmación de su propuesta radical, entonces los lentes ideológicos les nublan la realidad. Si Castillo, según el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), ganó la contienda y ha sido proclamado Presidente es por la enorme movilización del voto antifujimorista, que agrupa desde liberales progresistas hasta los diversos radicalismo de izquierda y a un sector de las clases medias tradicionales. 

Que Castillo haya arrasado en ciudades en las que bulle el capitalismo –como Puno, Juliaca o Huancayo– o que algunos sectores del capitalismo popular –como los gremios de mineros informales– hayan apoyado al candidato del lapiz solo indica que el humor anti establishment no necesariamente es antimercado, y guarda una agresividad extrema contra el Estado que lo representa. Cuidado, cuando se desarrolla la idea que los excluidos votaron por Castillo no necesariamente tienen que ser “los pobres del Perú”.

De allí que pretender colectivizar a un país con una sociedad altamente antiestatal, informal y popular con una nueva constitución de corte estatista puede ser no solo una operación infantil sino el rápido inicio del declive de Castillo, que creyó ver que la pradera estaba lista para la chispa roja. 

En ese sentido, si la oposición democrática al gobierno colectivista de Cerrón y Castillo pretende desarrollarse como una fuerza capaz de plantar cara, debe legítimamente representar a los sectores del capitalismo popular de ese Perú real, ancho y ajeno.

Iván Arenas
20 de julio del 2021

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