Aldo Llanos

Para ver la película “Cónclave”

Nominada a ocho premios Oscar 2025, "Cónclave" llega a los cines - criterios de discernimiento

Para ver la película “Cónclave”
Aldo Llanos
31 de enero del 2025


Esta es una película dirigida por el talentoso cineasta alemán Edward Berger, quién ya probó las mieles del éxito dirigiendo la notable (y muy recomendable) "Sin novedad en el frente", ganadora de cuatro estatuillas, incluyendo la de Mejor Película Internacional, en los Óscar 2023. Pues bien, "Cónclave", parte de la novela homónima escrita por el británico Robert Harris, en donde se explora las tensiones de poder, moralidad y fe, de los cardenales que deberán elegir de entre ellos al próximo Papa.

"Cónclave", se centra en la figura del decano del Colegio Cardenalicio (cardenal elegido por sus pares con la aprobación papal y que preside el Sacro Colegio Cardenalicio), el cardenal británico Thomas Lawrence, quién debe conducir el cónclave para la elección papal, teniendo que lidiar con las intrigas y el juego de poder entre las facciones en disputa. 

La película permite distinguir cuatro bandos que tienen sus propios candidatos: el cardenal Aldo Bellini de los EE.UU., un liberal a favor de nuevas reformas que permitan el sacerdocio femenino y un cambio en la doctrina moral en favor de las personas LGTB; el cardenal Joshua Adeyemi de Nigeria, un conservador en lo social pero liberal en lo económico; el cardenal Joseph Tremblay de Canadá, un pragmático que no quiere cambios en la Curia; y el cardenal Goffredo Tedesco de Italia, un tradicionalista que pretende llevar a la Iglesia, de ser elegido, a las formas preconciliares.

A la luz de los recientes acontecimientos en el Perú, me llamó mucho la atención el modo en el que Berger retrata las disputas entre los cardenales, haciendo notar cómo el manejo de la información es clave, para restarse créditos entre ellos, sembrar dudas y sacarse de encima a un rival. Pero todo no acaba ahí. Para complicar más el asunto, llega al cónclave un neo-cardenal creado "in pectore", es decir, nombrado en secreto por el Papa por razones de seguridad, y procedente de Afganistán, quien mantenía una correspondencia muy íntima con el Papa recientemente fallecido. ¿Cuál será su papel en medio de todo el tinglado si no forma parte de alguno de los bandos en disputa?

De este modo, la trama se va desenvolviendo con mucho respeto estético por las formas rituales (gran fotografía), dejando traslucir ya desde mediados de la cinta su moraleja de fondo: la Iglesia del futuro deberá estar abierta a los cambios. Es ahí donde se va descubriendo que el Papa fallecido también era un liberal, pero sin mostrarse tan abiertamente como tal, porque desconfiaba de absolutamente todos.

En términos conciliares, la película no apuesta por la "hermenéutica de la continuidad" (abrirse al futuro anclados en el pasado), ni mucho menos por una vuelta a las formas preconciliares; por el contrario, apuesta con todo, por la "hermenéutica de la ruptura" (nuevo comienzo desligados del pasado). Quizás por ello, las reseñas hechas en páginas católicas progresistas tienden a exaltar la película, mientras que, las reseñas en páginas más conservadoras, desaconsejan verla.

En lo personal, pienso que es rescatable el abordaje del papel de la duda en los actos de fe, tensión que se encarna en el personaje del cardenal decano (Lawrence), quién no ve la hora de renunciar e irse a su país porque ya no puede más con las intrigas entre los bandos, pero que siente que debe quedarse para llevar a cabo la elección del mejor modo posible. Asimismo, es rescatable cómo se ejemplifica, de modo patente, el daño que le hace a la Iglesia las disputas internas por el poder.

Sin embargo, la película pasa por alto el rol de la Divina Providencia y la acción del Espíritu Santo, así como olvida retratar la relación de los participantes con Dios, centrándose exclusivamente en las cuestiones psicológicas y políticas. En efecto, los cardenales son retratados como ambiciosos, egoístas, conflictuados y poco espirituales.

Por lo tanto, es evidente que Harris y Berger no toman en cuenta la dimensión espiritual alrededor de un cónclave, y, curiosamente (¿o señeramente?), apuestan para el futuro de la Iglesia, por el camino liberal ("hermenéutica de la ruptura"), camino que yo no transitaría.

Aldo Llanos
31 de enero del 2025

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