Dante Bobadilla

Papelón progresista

El Minedu y los excesos del “enfoque de género”

Papelón progresista
Dante Bobadilla
10 de abril del 2019

 

Esta semana no le fue muy bien al progresismo nacional. Para empezar, un representante de la comunidad de Fuerabamba hizo cholito al premier Del Solar firmándole un papel sin valor. Luego sentenciaron a uno de los más monotemáticos escribas del rojerío, quien cree que la libertad de expresión es lo mismo que la libertad de difamación. Enseguida estalló el escándalo de los textos sexuales del Ministerio de Educación (Minedu), que solo Phillips Butters y el equipo de Rey con Barba difundieron en los medios. Para terminar, tuvimos una telenovela progre, en la que el villano resultó ser nada menos que un fornido luchador social, al que sus amigos ya le quitaron la máscara de indignado y la capa de superhéroe.

De lo que vale la pena hablar (aunque a la gran prensa no le interese) es el escándalo de los textos del Minedu. No es nada nuevo. Ya hemos visto antes que los textos escolares tienen información sesgada con respecto a la historia reciente de nuestro país, gracias a gente tan izquierdista como Nelson Manrique, puesto a cargo de esos textos. Lo cierto es que la izquierda se ha apoderado del Minedu y hace lo que quiere.

El progresismo trata de imponernos a toda costa su agenda mundial, tal como lo hacen en todos los países con gobiernos débiles. Esto tampoco es nuevo. La izquierda jamás ha tenido un pensamiento propio, salvo honrosas excepciones como José Carlos Mariátegui. Por lo general, la izquierda recibe de afuera las consignas políticas y los programas que defienden. Para eso tienen organismos internacionales jugando en pared con las oenegés locales. Todos ellos manipulan a los gobiernos, infiltrándose como asesores y hasta ministros.

El tan cacareado “enfoque de género” es otra de esas consignas tercermundistas montadas desde afuera, en las oficinas lujosas de la UNICEF y otros reinos del parasitismo mundial. No tiene nada que ver con nuestros intereses como nación, con nuestras prioridades como país ni con nuestros valores como cultura. Solo sigue una agenda mundial neomarxista.

Lo que más me molesta del enfoque de género es que se vende como la última panacea para la humanidad, la cura de todos nuestros males, mediante un discurso propio de vendedor de sebo de culebra. Y hasta llegan a la huachafería de presentarlo como ciencia, cuando no lo es. En verdad el tema no da para mucho. Todo lo que hay detrás del enfoque de género es pura charlatanería. Se trata de un bluff cuyo único valor es, una vez más, la pose moral social.

No hay nada, absolutamente nada, que garantice que el enfoque de género sirva para cambiar (y menos para mejorar) las relaciones sociales a futuro. Solo es una apuesta a ciegas. Lo que es peor, ni siquiera existen contenidos definidos, tales como un programa de aplicación diseñado para alcanzar ciertos objetivos precisos, como en los programas de entrenamiento cognitivo que buscan mejorar la calidad del pensamiento. No, nada de esto existe. Las maestrías y talleres en enfoque de género se sustentan en la más pura charlatanería igualitarista de contenido social, ideológico y político reivindicativo. No hay nada parecido a un enfoque científico. No se dejen sorprender por estos vendedores de sebo.

Precisamente porque no tienen nada es que el Minedu ha caído en esta falta. El afán por incidir en contenidos sexuales sin sustento científico ni pedagógico deja las puertas abiertas a una pandilla de activistas infiltrados, que manosean los contenidos a su libre arbitrio. Todo lo que toca el progresismo acaba en el desastre, desde la economía hasta la educación, pasando por el idioma. No hay peor lastre para la humanidad que el progresismo.

Yo, por supuesto, estoy en contra de toda forma de igualitarismo social. No creo en la igualdad porque no existe ni existirá, hagan lo que hagan. No deberíamos dejar que nos metan ideas en la cabeza solo porque suenan lindas, cuando son contrarias a la realidad. A los niños no hay que engañarles con ideologías sociales ni sexuales, ni mucho menos adoctrinarlos en falsos igualitarismos. Hay que enseñarles a respetar a todas las personas tolerando sus diferencias. Eso es lo que ha sido la buena educación siempre. Y nadie debe cambiarla.

 

Dante Bobadilla
10 de abril del 2019

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