Patricio Krateil
Pantallas que matan
¿Deben los niños tener acceso a las redes sociales?
Hace unas semanas fue aprobada una nueva ley en Australia que impide el uso de redes sociales a menores de 16 años. La medida es ambiciosa y no exactamente simple de aplicar, y entrará en vigor dentro de un año. Esto definitivamente ha generado todo un debate sobre la libertad personal de los individuos; sin embargo, cabe recalcar que la ley no está aplicando a las familias, no es una imposición para el hogar.
Por el contrario, esta ley apuntó a las mismas plataformas digitales como TikTok, Facebook, Snapchat o la actual X de Elon Musk, las cuales de no cumplir con la ley pagarán multas de hasta 33 millones de dólares por fallas en su sistema para evitar que menores de 16 años tengan cuentas. En otras palabras, las plataformas tendrán que reestructurar su sistema de suscripción y de no hacerlo tendrán que someterse a las consecuencias.
No obstante, esta medida tiene una serie de bases teóricas que podemos recoger de ciertos autores contemporáneos, principalmente del psicólogo moral Jonathan Haidt. Este sostiene que desde el 2012 aumentó drásticamente la ansiedad y depresión, especialmente en adolescentes femeninas, en el mundo. Si bien es cierto que este fenómeno es más visible en los países del primer mundo, no es ajena a la realidad regional.
En ese sentido, Haidt logra rastrear en su último libro, “La Generación ansiosa”, que el cambio ocurrido en la infancia se da cuando los smartphones forman parte de toda una niñez generacional. A partir del 2015, el psicólogo asegura que la mayoría de niños ya tenían celulares inteligentes y acceso total a internet. La infancia cambió radicalmente y presenta una serie de peligros. Peligros no solo en el tema de exposición a depredadores sexuales en donde ingenuamente muchos niños y niñas caen, sino también en moldear la psiquis mental del infante.
Sin embargo, Haidt también recalca que esto puede cambiar poco a poco si se aplican ciertas normas mínimas que podrían dar un gran impacto. Dentro de sus planteamientos encontrados en su libro, prioriza no dar teléfonos inteligentes hasta los 14 años de edad, no darles acceso a redes sociales a menores de 16 años (lo que justamente aplicará Australia) y no usar celulares en los colegios. Incluso, este plantea que estos celulares se queden en un locker o los padres le den celulares sin acceso a internet, únicamente para llamadas de emergencia.
Pero, sobre todo, hace hincapié en dar independencia al aire libre. El académico sostiene que el riesgo es importante y crucial en el aprendizaje de un niño. Los llamados “saves spaces” que prometen las redes, al ser simplemente un espejismo de la realidad, hace que los niños sean frágiles y no tengan tolerancia a la frustración.
Simplemente, es un mundo falso. La infancia necesita del juego físico. Los animales juegan, es una acción que compartimos con todos los mamíferos. El juego en la infancia nos ayuda a socializar. Las caídas y miedos son finalmente parte de la vida, suprimirlas es simplemente engañarnos de cómo funciona el mundo. Como recalca Haidt, a diferencia de la infancia de los años setenta, ochenta y noventa, es que hoy en día hay un costo muy bajo para entrar en un determinado círculo, porque se fundamenta en algo artificial con respuestas rápidas y fáciles.
Estamos en una era de la inmediatez. Todo, como si fuera plástico, es descartable. Los amigos pueden cambiar de un día al otro y no existe una necesidad de convivencia, pues el internet se vuelve una salida fácil que se saltea todas las dificultades necesarias que ofrece la vida humana. La exploración en los niños cada día está decayendo.
En esa misma línea, habría que mencionar también a Pablo Muñoz Iturrieta, un pensador argentino, que en su libro “Apaga el celular y enciende tu cerebro" y en diversas conferencias plantea que el problema de la autoestima (aprecio y consideración sobre uno mismo) como no está anclado a un número concreto (no tiene una métrica como el tamaño o el peso) genera un problema matemático para los niños y adolescentes que toda su estructura mental hoy en día se basa expresa básicamente en términos cuantitativos.
Entonces tratan de identificar en los likes, visualizaciones y comentarios el valor de ellos mismos, ya no en la autorreflexión y la convivencia. Cabe mencionar, que estos problemas se están dando especialmente en las chicas, cuyos cambios hormonales no solo ocurren antes, sino que son más bruscos en relación con los chicos.
La competencia por un like puede llegar a ser un detonante de diversos problemas emocionales. La hipersexualización de las niñas también arrastra a problemas mayores, donde rápidamente la niñez es sustituida por una falsa juventud. Además, por si fuera poco, muchos de estos niños, están haciendo retos extremos en Tiktok principalmente, que terminan no solo dejando su dignidad en el piso, sino poniendo en riesgo su vida.
La acepción social depende de un like. La virtud humana destituida por una pantalla.
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