Arturo Valverde

Otra memoria de Alan

En el primer aniversario de su trágica muerte

Otra memoria de Alan
Arturo Valverde
16 de abril del 2020


La conmemoración del primer año del fallecimiento del expresidente Alan García nos encuentra, posiblemente, en una de las peores crisis que hayamos vivido, como es la pandemia del coronavirus. El Perú, como muchos países en su historia, ha atravesado momentos difíciles. La guerra con Chile en 1879, por ejemplo, devastó al país. En 1930, la crisis de Wall Street golpeó también al Perú. Entre 1930 y 1932, tuvimos hasta cuatro presidentes en un año. A fines de los ochenta el Perú atravesó una fuerte crisis económica, al igual que otros países de Latinoamérica, caracterizada por altos índices de inflación. En 2008, la “burbuja” inmobiliaria, a pesar de su impacto en otros países, nos encontró mejor posicionados. Ciertamente, esta no es la primera crisis ni será la última que nos toque. 

A Alan García, pese a su exitoso segundo gobierno en términos económicos y los logros de su primero, la izquierda y la derecha del país siempre han querido asociarlo con la crisis de los ochenta. Lo culpan de ser el responsable de la inflación de 1988 a 1990, de las colas para el abastecimiento de las familias, del terrorismo e incluso del fujishock. Además se le llama prófugo de la justicia, genocida, el diablo. Nada de esto es cierto. Esa es la memoria que pretenden construir e imponer sus enemigos. 

A un año de las próximas elecciones presidenciales, y si bien el contexto actual tiene distintos matices a los de los años ochenta, lo cierto es que quien reciba el gobierno el 2021 deberá ser consciente de que asumirá un país en crisis; como el Apra con Alan García en 1985 asumió la tarea de gobernar un país en crisis. Un país quebrado o en crisis no es atractivo para quienes la política es una mera aventura y se han dedicado a gobernar en “piloto automático”. 

El “piloto automático” se acabó. En 2021 se requerirán acciones inmediatas para recuperar el dinamismo de la economía, que conllevarán a la aceptación o negación de la población, como sucede en este momento: el aplazamiento innecesario de la liberación de las AFP por parte del Ejecutivo, la “suspensión perfecta de labores” (por la que muchos peruanos dejarán de percibir ingresos); así como el impacto en las pequeñas y medianas empresas; sumado a la falta de obras.

En 1985 Fernando Belaunde dejó un país en crisis. El pago de la deuda externa se había suspendido antes de García. Los niveles de corrupción y los publicitados escándalos, como la pérdida de la “página 11”, conllevaron a bautizar al entonces mandatario como el “nubenauta”. El Apra con Alan García asumieron democráticamente la difícil tarea de gobernar el Perú de 1985. Hay dos escenarios, uno entre 1985 y 1988, y otro de 1988 a 1990. En ambos el Perú creció y, lo más importante, se hizo obra: Chavimochic, Gallito Ciego, Charcani en Arequipa, la unificación de la Policía Nacional del Perú, y los avances del Tren Eléctrico. Con crisis y sin crisis, el Apra con Alan García hizo obra. 

En su segundo gobierno, a Alan García le tocó enfrentar otra crisis. En 2006 explota la burbuja en Estados Unidos, con repercusiones en la economía en los años siguientes, con énfasis en 2008. Aun así, en medio de la crisis global, el Perú creció y las obras continuaron. 

El esfuerzo de los rivales políticos de Alan García por imprimir en la memoria de los peruanos, a un año de su muerte, una imagen distorsionada, como culpable de las colas, la inflación, de todas las plagas de los ochenta, de la explosión de torres de luz y de los coches bomba, es un esfuerzo inútil e injusto. El nombre de Alan García debería ser asociado a la revolución en infraestructura más grande que ha tenido nuestro país. La lista de las obras inauguradas en sus dos gobiernos es tan larga, que el esfuerzo de la izquierda caviar, comunista o roja recalcitrante, así como de la derecha, es inútil.

Sucedió con el expresidente Augusto B. Leguía. A casi 90 años de su muerte, ni siquiera la bomba que le reventaron en convalecencia ni la manera inhumana en que murió han podido borrar que, entre sus aciertos, logró ponerle fin al proceso post Guerra del Pacífico, con la recuperación de Tacna, entre otros procesos fronterizos. Alan García inició desde su primer gobierno el proceso de la recuperación del Mar de Grau, al sur del país, lo que devino en la demanda marítima presentada ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya. A diferencia del actual mandatario, que algunos pretenden santificar, García gobernó en dos oportunidades y en ambas hubo crisis mundiales, pero presentó obra. Esto ya no se está dando, quizás por la falta de verdaderos estadistas. 

Yo conocí a Alan García hace más de 16 años. Hoy tengo 35 y soy aprista. Fui candidato al Congreso a su lado. Él me prologó un libro. Yo lo seguí por el país. Lo defendí a él y a mi partido. Lo hago a pesar de persecuciones, criminalización, agravios, leyendas negras, enemigos, soledad, satanismo mediático, burlas. Y lo hago, como él lo hizo con Haya de la Torre, sabiendo a todo lo que se enfrentaba: el duro arte de gobernar.

“¡Qué vivan todos, los que no nos quieren y los que nos aman! ¡Qué vivan todos! Porque esa es la esencia del amor por los peruanos. Vivarlos, aunque no nos entiendan ni nos quieran. ¡Y qué le vamos a hacer! Para eso vivimos y hemos escogido esta causa, que es una causa de esfuerzo, no de satisfacción y gratitudes” (Alan García, 14-04-2013).

Arturo Valverde
16 de abril del 2020

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