O lo tomas o lo dejas

Sobre la abundancia de regímenes laborales e inequidades en nuestra legislación           

Todos tenemos derecho a trabajar pero no todos tenemos derecho a recibir las mismas remuneraciones y beneficios. Cuarenta regímenes laborales para el sector público y privado nos muestran como un país excluyente, con un gobierno esforzándose por diferenciarnos una vez más. Los jóvenes, por ser jóvenes, sin experiencia y sin laureles académicos, se han convertido en carne de cañón para despiadados empleadores que siempre encuentran argumentos para no pagar lo justo.

¿Hasta cuándo tendremos una población de informales que por un trabajo realizado deban cobrar “su voluntad”, “para el refresco” o “por tratarse de usted”, desvalorizando su trabajo, ninguneándose como profesionales o artesanos, desacreditando la magnitud de lo entregado, faltándose el respeto a sí mismos, perdiendo orgullo y dignidad, resignándose a una migaja, abatidos y sin oportunidades para negociar un precio razonable, achicados frente al poderoso patrón, quien decide cuándo, cuánto y cómo te paga?

No hay cuando construir una sociedad de iguales, de trato horizontal, de remuneraciones justas, de ciudadanos que nos veamos sin prejuicios ni temores, que podamos disfrutar de cualquier servicio público y privado sin que nada ni nadie pueda diferenciarnos.

No todos tuvimos desastrosas experiencias laborales. Los afortunados fuimos contratados con todas las de la ley en un país que no aprendió de los buenos ejemplos tan escasos el día de hoy. La informalidad ha sentado predios de legalidad con tantas leyes laborales para fulanos, menganos y zutanos, cada una con más ventajas que la otra, dependiendo de cuánta fuerza política y cuánto lobby hubo al momento de conseguirlas.

Se dice que los jóvenes, por no tener experiencia, ni expectativas, ni ambiciones y que hasta parecen vagos, no merecen más. Una propina es más que suficiente y la reciben no en el día sino cuando se le ocurre al dueño del negocio, quien miope mira el Perú insertado en un primer mundo que desconoce. Por eso los pulpines se achoran. Sin conocer el primer mundo sienten que algo anda mal, que son tratados desde el inicio como unos cualquiera a quienes hay que irrespetarlos desde calichines. Así, con ese abuso con que son tratados hoy, tratarán a los siguientes hasta el fin de los tiempos y esto no cambiará nunca.

Toda ley excluyente es mala. Toda iniciativa legal que no contemple la esencia del problema será parte de más problemas. La ley laboral recientemente aprobada es tangencial, se va por la periferia de lo medular. Lo medular para nosotros es la retribución justa, total y absoluta, con todos los derechos adquiridos por cualquier labor realizada. Además, ninguna ley por muy buena que sea promueve empleo. El empleo lo promueve el mercado. El mercado estará como está hasta cuando se haya ido Ollanta Humala. Eso esperan los inversionistas.

En lo personal, desde el inicio, he sido formado laboralmente dentro de todos los márgenes legales. Un afortunado que también entregó currículum como volante por todos lados, que hizo largas colas frente a uno que decía: “!Te pago cien. O lo tomas o lo dejas!”, sabiendo que uno de la fila tendría más urgencias que otros. Ese mal ejemplo cundió; diferente al de ese presidente de una compañía transnacional dándoles la mano de bienvenida a los nuevos, tratándolos como iguales, como si fueran competentes, sabiendo que como mozalbetes acabaron de limpiar mocos para pasar piola.

Por: Manuel Gago Medina      

05 - Ene - 2015