¿Nueva Ley de Minería?

Como es de conocimiento público, un grupo de gobernadores del sur ha propuesto modificar la Ley de Minería, según dicen, para incrementar la carga impositiva que debe pagar el sector, siguiendo el ejemplo de la ley boliviana que rige esta actividad. Empero, no toman en cuenta la diferencia que existe en los niveles de producción; por ejemplo, el país altiplánico exportó minerales por valor de US$ 3,998 millones de dólares, procedió fundamentalmente de los despachos de plata, zinc y estaño en el 2018 [según el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE)]. En el caso peruano, el valor de nuestras exportaciones alcanzó US$ 28,832 millones, en tanto que nuestros productos principales son cobre, oro, plata, zinc, estaño, hierro, etc.

Los precios de los metales para ambos países son los mismos, en virtud de que estos son establecidos en función a la oferta y la demanda de los principales países industrializados, los que consumen nuestra producción. Si recibimos mayores ingresos por nuestras exportaciones se debe a que producimos más metales. ¿Por qué producimos más metales? Porque contamos con mayor y mejor infraestructura productiva minera. ¿Por qué? Porque contamos con una legislación atractiva para la inversión. ¿Qué es una legislación atractiva? Aquella que compite en el mercado mundial y hace que los inversionistas elijan, en primer lugar, al Perú como destino de sus inversiones.

Contar con una legislación adecuada en el contexto mundial hace que los puestos de trabajo que podrían generarse en otros destinos, que también cuentan con depósitos de mineral o yacimientos similares, se concreten en el Perú. Además, el hecho de que un país se vuelva atractivo, en cualquier actividad económica, hará que otras actividades también se desarrollen. ¿Por qué? Porque se establecen sinergias y complementariedades. 

Volvamos al ejemplo de la minería. Si el Perú hace más actividad minera, requiere de personal especializado en diversas áreas del conocimiento, como pudiesen ser las ingenierías (geología, minas, metalurgia, química, industrial, civil); pero también otras profesiones como administración (agrícola, ambiental), antropología, arqueología, comunicaciones, contabilidad, derecho, economía, eléctrica, enfermería, mecánica, mecatrónica, medicina, sociología, veterinaria y zootecnia. Asimismo, ocupaciones técnicas y una variedad de oficios que incluyen prácticamente todas las actividades humanas.

Esta demanda por personal calificado se traslada a las universidades, institutos superiores y ocupacionales. Por consiguiente, el Perú, además del potencial geológico de su territorio, dispone de un recurso humano con un alto grado de experiencia y con instituciones de enseñanza que atraen —inclusive— a jóvenes del exterior. Cierto es que aún hay zonas del país que carecen de una infraestructura adecuada; pero mientras más actividad minera se realiza, los caminos que conducen a las operaciones sirven también para interconectar pueblos del interior, se instalan torres de energía eléctrica, telefonía e Internet.

Difícilmente, poblaciones no muy numerosas pueden sufragar el costo que representa el desarrollo de infraestructura para ser integrados a mercados de consumo más vastos. Doscientos años de vida republicana aún resultan insuficientes para incluirlos; empero, cuando la minería representa una oportunidad para continuar con un proceso virtuoso, hay quienes por consideraciones políticas o ambiciones personales buscan detener a un sector positivo para el desarrollo del Perú.