Luis Hernández Patiño

Nuestros políticos y su origen

Para entender sus actitudes y sus conductas

Nuestros políticos y su origen
Luis Hernández Patiño
04 de marzo del 2020


No son pocas las críticas que se hacen a nuestros políticos, ni son pocos esos políticos que se merecen las críticas que les llueven. Yo me incluyo entre aquellos que los critican, sin que importe cual sea su posición. Me molesta lo bajo de su nivel académico. Me choca encontrarlos tan escasos, mediocres, mezquinos, egoístas. Me irrita su incapacidad para hacer gestión pública. Me llegan altamente sus poses fariseas frente a las cámaras de televisión, así como su falta de lealtad, su gran facilidad para doblegarse ante el poder financiero. Esto último, como falta de consecuencia con su propia forma de pensar; bueno, si es que por ventura piensan, sobre todo en cuanto a principios.

Sin embargo, el hecho de ser uno de los críticos de nuestros políticos no me deja tranquilo. En mí queda la inquietud por encontrar una explicación al origen y naturaleza de esos políticos. Algo debe estar pasando para que sean lo que son. Y eso es lo que trato de entender. No son pocos los factores que podrían explicar lo anteriormente observado. Sin embargo, por un tema de tiempo me voy a referir a uno que considero importante: el factor de procedencia. En palabras bien simples, hay que ver de dónde es que nuestros políticos salen para entender sus actitudes y sus conductas. Algunos de ellos surgen de las clases altas. ¿Pero los demás?

El otro día, mientras iba en un ómnibus, me hacía la misma pregunta y, sin proponérmelo, tuve la sensación de que la respuesta a mi interrogante estaba sentada a mi lado. En efecto, un buen número de nuestros políticos surge, en parte, de entre aquellos que viajan en un ómnibus y, por ejemplo, se hacen los dormidos para no ceder el asiento preferencial a quien lo pudiera necesitar, o avanzan abriéndose campo a codazos y patadas.

Nuestros políticos no son de origen marciano, ni jupiteriano, sino de acá nomás. Y en consecuencia, no hacen más que reflejar los modos, mañas, informalidad, falta de palabra y de respeto, típicos de un buen número de miembros de nuestra sociedad. Se podrá cerrar mil congresos en nombre de la renovación. Sin embargo, en ese tipo de medida golpista no hay más que puro fetichismo, río revuelto y ganancia populista de pescadores mercantilistas. Porque a punta de golpes de Estado no vamos a conseguir la importación de extraterrestres para que nos representen en el Congreso. Nuestros políticos seguirán siendo igualitos, mientras los miembros de nuestra sociedad (su fuente de origen) no reciban una educación adecuada, basada en valores y principios antes que en ideologías destructivas.

Luis Hernández Patiño
04 de marzo del 2020

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