Alejandro Arestegui
Nobel De Economía: contradicciones y apología de la censura
Algunas propuestas radicales de los ganadores del Premio Nobel
Desde hace muchos años he estado cuestionando la calidad moral e intelectual de muchos de los ganadores de los premios Nobel. En las diversas ramas, pareciera que existe un lobby para que sólo pensadores, científicos e intelectuales de determinadas ideologías y posturas se adjudiquen el premio. Vamos a hablar en esta columna de uno de los ganadores del premio nobel de economía 2024 y cuáles son sus enormes contradicciones, así como sus propuestas completamente arbitrarias, dictatoriales y liberticidas.
Nuestro personaje en cuestión es Daron Acemoglu. Nacido en Estambul, Turquía, en 1967 y de ascendencia armenia. En 1989 se licenció en Economía por la Universidad de York, posteriormente obtuvo un máster en Economía Matemática y Econometría por la London School of Economics y un doctorado en Economía por la misma institución. «Ensayos sobre microprincipios de microeconomía: Contratos y resultados económicos» fue el título de su tesis doctoral.
Daron Acemoglu, James Robinson y Simon Johnson han ganado una fama considerable al ser premiados con el Premio Nobel de Economía 2024 por sus contribuciones al estudio de la formación de instituciones y su impacto en el desarrollo económico. Estos economistas no establecieron este campo de investigación. Douglas North ya fue reconocido en 1993 por su examen más sistemático y riguroso de la función de las instituciones sociales en el desarrollo económico. También podríamos referirnos a Friedrich Hayek, quien realizó un examen exhaustivo y riguroso de la formación descentralizada de las instituciones sociales y su función en el progreso y la coordinación económicos. Sin embargo, estos economistas no han sido los creadores de la perspectiva neoinstitucional del desarrollo económico. Más bien han contribuido a revitalizar y popularizar el debate sobre este tema mediante el uso de técnicas y enfoques innovadores. Sus tesis están condensadas en el bestseller de 2012 «Por qué fracasan las naciones».
Es posible identificar contradicciones en la obra y los procesos de pensamiento de los tres vencedores. Sin embargo, la promoción por Acemoglu de la censura en Internet en nombre del Estado de Derecho y de instituciones inclusivas es el ejemplo más atroz de cinismo y contradicción. Concretamente, ¿Cómo lo ha realizado? En primer lugar, compartiendo un artículo de Robert Reich, ex Secretario de Trabajo de Bill Clinton. El artículo se titulaba «Elon Musk está fuera de control». Entre las propuestas que plantea Robert Reich para «poner a Elon Musk en la acera y bajo control» estaba la siguiente. «Musk debería ser amenazado con ser arrestado por las autoridades de todo el mundo si no cesa en la difusión de información falsa y odio a través de la plataforma de redes sociales X».
Y en el texto, refrendaba esta propuesta afirmando que las autoridades francesas habían detenido a Pavel Durov, fundador y propietario de Telegram. En consecuencia, afirmó que Elon Musk podría correr la misma suerte si no censuraba Twitter X, tal y como las autoridades políticas de los distintos países desearían que se censurara y regulara. ¡Una meticulosa adhesión a la no arbitrariedad del poder político, al Estado de Derecho y a la libertad de expresión! Daron Acemoglu recomendó inicialmente este vergonzoso artículo de Robert Reich en sus plataformas de medios sociales sin ningún matiz. Sin embargo, cuando las plataformas de medios sociales comenzaron a criticar con razón a Acemoglu por su recomendación, el propio Acemoglu se retractó parcialmente. Es bastante notable que Acemoglu, como premio Nobel de Economía, tenga ahora una capacidad de influencia significativamente mayor y un estatus más elevado que el resto de nosotros, simples mortales. Es un poco complicado que Daron Acemoglu no se sienta inclinado a autocensurarse debido a este nuevo poder, que supera al de cualquier individuo de la calle cuando expresa sus opiniones (como si deseaba hacer con Elon Musk).
Sin embargo, Acemoglu, junto con otros intelectuales, firmó una carta defendiendo la censura de X en Brasil poco después de compartir este artículo. La carta argumentaba que Elon Musk no deseaba censurar las cuentas solicitadas arbitrariamente por el sistema judicial brasileño. Presta mucha atención a ciertas secciones de esta carta, firmada por Acemoglu. El caso brasileño ha surgido como el principal frente en el actual conflicto global entre las corporaciones digitales y aquellos que aspiran a establecer un paisaje digital democrático, centrado en las personas y que priorice el desarrollo social y económico. Era evidente que Acemoglu introduciría estas propuestas libertarias, ya que lleva años escribiendo sobre sus aprensiones respecto al control y los grupos de presión de las grandes empresas tecnológicas. Con este discurso engañoso pretende defender la soberanía digital del gobierno brasileño, lo que implica la defensa de la censura que el Estado brasileño pretende imponer unilateralmente.
Las acciones subsiguientes son aún más perjudiciales, ya que solicitan que el gobierno socialista brasileño se mantenga firme en la implementación de su agenda digital y denuncie las presiones a las que se enfrenta. Estos esfuerzos necesitan el respaldo de los gobiernos de todo el mundo y del sistema de las Naciones Unidas. Un enfoque independiente para recuperar la soberanía digital y el control sobre nuestra esfera pública digital no puede esperar; este es un momento decisivo para el mundo.
Lo más irónico de todo esto es quizás sus posiciones políticas y sociales del país que proviene: Turquía. Y es que durante muchos años se ha acusado al gobierno de Recep Tayyip Erdogan de ser muy duro contra los opositores y de inclusive censurar las redes (A través de los últimos años se han censurado durante días redes como X, Instagram, Snapchat o Facebook). Y es aquí que nos hacemos la pregunta ¿Cómo alguien que supuestamente defiende la soberanía digital de un país puede acusar al gobierno turco de censurar?¿Cómo puede afirmar Acemoglu que en su país está pisoteando la libertad de expresión cuando él es el primero en querer coartar al querer cerrar X? Aquí también entran a tallar las nefastas propuestas económicas de Acemoglu como asesor de la oposición a Erdogan.
En un país que lleva una espiral inflacionaria desde hace 15 años, es poco convincente que las propuestas económicas vengan por inversión pública y mayor intervención del estado en la economía. Acemoglu irónicamente proponía esta fórmula, siendo el principal asesor económico de la oposición turca del CHP que se enfrentó a Erdogan en las elecciones del año pasado. Obviamente la gente se desilusionó de la oposición por diversos motivos, aunque personalmente yo no podría votar por la oposición y las nefastas propuestas económicas que ofrecían de la mano del ahora ganador del nobel.
Es por ello que ahora propongo recordar las palabras de Friedrich Hayek, otro Premio Nobel de Economía, que las pronunció acertadamente durante el banquete de recepción de su Premio Nobel de Economía en 1974. Las palabras son proféticas y sirven de apología de la prudencia y la humildad epistemológicas. También deberían ser pertinentes para cualquier otro experto y, por supuesto, para cualquier otro Premio Nobel.
El Premio Nobel confiere a una persona una autoridad que ningún hombre debería poseer en materia económica. La influencia que tiene el economista va más allá de la influencia sobre sus colegas expertos. También abarca la influencia sobre los profanos en economía. Políticos, periodistas, funcionarios y el público en general. Y no hay ninguna razón para que un hombre que haya hecho una contribución significativa y distintiva en el ámbito de la ciencia económica sea omnicompetente con respecto a todos los problemas de la sociedad. Tal como la propia prensa tiende a considerar a aquellas personas que han recibido el Nobel y tal como la propia persona que ha recibido el Nobel puede terminar creyéndose.
Es increíble que la calidad de los ganadores del nobel de economía haya disminuido tanto en los últimos años. Pasando por el socialista intervencionista de Stiglitz hasta las posturas “anticolonialistas” de Robinson, la ideología prima por sobre la ciencia. Esperemos que esto pueda cambiar y que en algunos años podamos obtener ganadores con trabajos significativos que puedan aportar hacia una sociedad más libre y próspera.
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