Dante Bobadilla

No hay salida

El referéndum es una demostración de incapacidad política

No hay salida
Dante Bobadilla
02 de agosto del 2018

 

Después de la corrupción, el siguiente problema grave del país es la mediocridad. No soy de los que cargan contra la clase política como si ellos fueran una casta especial, diferente y separada de la población. Es tonto criticar a los políticos sin advertir que ellos han salido de la población y son la expresión directa de lo que es nuestro pueblo.

Por eso no debería sorprender la calidad de las “soluciones” que presentan. El libreto del mensaje de Fiestas Patrias es siempre el mismo, y es más o menos así: “Acá le estoy dejando al Congreso los proyectos de ley tal y tal, las modificatorias del sistema tal y tal, y anuncio la creación de los organismos tal y tal”. Se trata siempre de lo mismo: más leyes y más Estado.

Ni siquiera ante la debacle del desprestigiado Consejo Nacional de la Magistratura se han atrevido a eliminar este adefesio burocrático. Al contrario, crean un nuevo organismo público que vigile a los corruptos, hasta que este organismo se pudra y haya que crear otra ley modificatoria con otro órgano de control. ¿Cuántos organismos de control del propio Estado tenemos? Y no funcionan.

Los políticos no entienden que a más Estado, más corrupción. A más leyes y regulaciones, más organismos públicos y más burocracia, habrá más corrupción. Es así de simple. Es como si fueramos alergicos a la penicilina y cada vez que nos ponemos mal nos aplicaramos más penicilina, bajo la creencia de que no hay otra cura, a pesar de que solo empeoramos.

Algun trauma tienen los políticos que temen corregir los errores. Por ejemplo, la Sunafil, creada por la demagogia de Alan García para obligar a las empresas a acatar la estrambótica legislación laboral que tiene al 80% de los trabajadores en la informalidad, hace meses que anda en paros y protestas porque ni el Estado es capaz de cumplir las absurdas normas laborales que asfixian el empleo en este país.

Nadie se atreve a enfrentar el desastre laboral creado por la charlatanería de toda una saga de políticos demagogos y populistas, desde los días de Velasco e incluyendo al mismo Alan García en su primer gobierno, creando supuestos “derechos laborales” a costo de las empresas. Por el contrario, Alan García insistió en su demagogia creando la Sunafil para ponerle el cuchillo al cuello a las empresas. Pero una vez más la realidad se encargó de desbaratar la demagogia. Se requiere tal ejército de inspectores que el Estado no puede costear semejante barbaridad. Pero nadie se atreve a cerrarla.

Nadie tiene coraje para emprender la reforma del Estado para eliminar las regulaciones excesivas, licencias inoperantes, leyes redundantes, organismos parásitos e inservibles, y para achicar la planilla del Estado y el gasto público. Todos van en el sentido contrario. Cada mensaje a la nación en Fiestas Patrias seguirá siendo el anuncio de nuevas leyes y más organismos públicos salvadores. Y ahora, con referéndum de por medio para “fortalecer la democracia”, con el apoyo de una sociedad que se hunde en la ignorancia.

Al pueblo se le puede y se le debe consultar si quiere que el Estado use sus impuestos para pagarle a los medios privados por publicidad estatal; pero consultar cuestiones como la reforma judicial a un pueblo que ignora la organización del Estado resulta una soberana estupidez. Un referéndum para consultar la no reelección de los congresistas, como si eso fuera un problema prioritario para el país, es pura demagogia barata. El referéndum es una declaración de incapacidad política. Los políticos son tan incapaces y tan cobardes para emprender reformas que han preferido arrojar la pelota al populorum. Y para colmo, la clase supuestamente pensante aplaude la idea porque cree que eso es “democracia”. Y como acá a muchos les encanta posar como demócratas, tenemos decadencia asegurada.

 

Dante Bobadilla
02 de agosto del 2018

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