Hugo Neira

Municipales y afiches. De todo como en botica

Dime qué afiches tienes y te diré quién eres

Municipales y afiches. De todo como en botica
Hugo Neira
03 de septiembre del 2018

 

Edilicio es todo lo que se relacione con las municipalidades. Pero no vamos a detenernos en las 11,789 listas de candidatos inscritos —según la ONPE— para los comicios de octubre. Examinarlas sería una tarea para una tesis y no para una modesta crónica de vecino, como la presente. En cambio tomamos un sendero más claro y visible. Los afiches. Dime qué afiches tienes y te diré quién eres. Por ello, en el largo puente de estos días, tomé un taxi para un servicio por horas, e hicimos un safari fotográfico por algunos lugares de Lima. No todos. El amable lector comprenderá que, como en las encuestas, no se pregunta por todos. Solo por algunas tendencias dominantes.

Creo que es posible identificar varias tendencias y estilos. La primera es la de los candidatos hiperindividuales, amistosos, amigables. Son los candidatos que presentan en sus afiches solo el prenombre. Es el caso de Kary, por Surco. Luce el rostro, y una propuesta que resulta excesiva: «Adiós al crimen». Eso, querida candidata, no puede proponerlo ni el Papa Francisco en Roma. Con la rubia Kary no sé qué hacer. Acaso ponerla en la corriente que, como dicen en jerga limeña, es «patería». Hay otra candidata con la misma ideología, se llama Gina, y Somos Perú y chau. ¿Un tema de mujeres candidatas? Nada de eso, se repite en varones. Un tal Kike, así de corto, nada de apellidos. Kike en su propaganda es muy original, lo suyo es una tabla como para correr olas. Se puede suponer que esas candidaturas han surgido no de partidos políticos, sino de lo que en peruano se llama un «cogollo». No sé cómo les irá, son demasiado distritales. Pareciera que llevasen un mensaje subliminal: «Yo soy muy conocida». En fin, en octubre se verá.

El segundo grupo son los que lucen un tono de admonición, de advertencia. Un poco a lo Pinochet. Por ejemplo, Derliz, «A los delincuentes: ¡sus días están contados!». En letras negras y fondo amarillo. Derliz tiene uno también con promesa de hospital de emergencia 24h. Hay varios mandones, como Johnny Vásquez, «Orden + autoridad = más seguridad». Lo de la seguridad se repite en el afiche de Daniel Urresti por Lima, y del brazo de Adalberto Guardián por Ate. En ese grupo, también se podrían hallar los agresivos. Dupuy con el dedo por delante, por  Perú Patria Segura. Alfredo Saavedra, «Proyectos sí, promesas no». Vaya tautología, ¡decirlo ya es una promesa! 

En tercer lugar, los convencionales. Esos tienen nombre completo y dicen sus propósitos. Rubén Verástegui, por el deporte. Pedro Cabrera, «El tránsito es mi reto». Álvaro Paz de la Barra, de perfil, con la barbita de los jóvenes, «Con una mirada de esperanza e ilusión». Arturo Bobbio, «arborización de cerros». Y promete «donar dos árboles por panel». En otros afiches promete «Surco animalista». Omar Montoro, «Ahora sí, administración eficiente de los recursos». En cuarto lugar, los pragmáticos. Juan Alvarado, en el afiche, «32 años de experiencia innovando». Gina, «Trámites online. Plataformas interactivas».

Y por último, los exagerados. Ana Altamirano, foto, nombre completo de Todos por el Perú.  Pero hijita, ¡ese eslogan es bueno para una presidencial! Los que se pasan. Álvaro Paz de la Barra, «Más humano, menos político». Dios santo, ¡afiche de político negando la política! (¿?) Enrique Cornejo, «Vota por el tío Bigote». ¿Y eso es todo? En unas elecciones anteriores le dio algún resultado, ¿pero hoy? El clima no está para bromas, querido amigo. Y el que luce su saber semántico es sin duda Ricardo Belmont, «Perú libertario». ¿Sabe usted, Belmont, que libertario es uno de los tantos nombres que tomaron nuestros anarquistas, que adoraban a Manuel González Prada? Gutarra, Barba, Lévano. ¿Los admira? Y también hubo una corriente de «libertarios» en el Sinamos de Velasco. Jaime Llosa, Carlos Delgado. Por favor. Para sus campañas, le recomiendo un maestro de secundaria ducho en lengua castellana. Hace años, también le corregí otro vocablo (en La República). Hablaba en la radio de ser «positivista». Quería decir que no era pesimista, pero los positivistas fueron una corriente de ideas allá por el fin del siglo XIX. Noto que su inclinación por el uso de conceptos difíciles para cosas sencillas no se ha perdido. Soy su admirador, de usted espero el partido piroclasto, la nación vesicular y el Estado lábil.

En fin, en algunos casos se mezclan los estilos. Hay el «que se pasa», pero pone nombre completo. Hay los que tienen afiches distintos, como quien busca clientelas diversas. No está mal, nuestra sociedad es muy segmentada. Y los afiches cambian de distrito a distrito. Interesante. Por cierto, «hay 250 planes vinculados a áreas verdes, reciclaje, ríos y arboledas y otros temas» (El Comercio, 02/09/18). Pero los afiches tomaron otro rumbo. Al fin de cuentas, se nota dos corrientes. La personalista y la más o menos partidaria. Falta poco para saber quién vencerá.

 

Hugo Neira
03 de septiembre del 2018

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