Alejandro Arestegui

Mucho más similares de lo que parece

Las lecciones que Turquía podría aprender de Argentina

Mucho más similares de lo que parece
Alejandro Arestegui
22 de noviembre del 2024


El próximo 10 de diciembre se cumplirá un año desde que inició la gestión del presidente Javier Milei en la Argentina. Independientemente de las afiliaciones políticas o gustos personales, sus políticas económicas han llevado a una gran recuperación sin tener que pasar por un doloroso proceso de hiperinflación. Esto lo convirtió en el foco de atención de muchos países que están atravesando una situación económica similar. Uno de los países cuyos ciudadanos están atentamente siguiendo el caso argentino es Turquía. A pesar de los casi 12,000 km de distancia que los separan, así como de las diferencias socioculturales que tienen, muchas de las políticas que empleó Miley para salir de la espiral inflacionaria pueden ser aplicadas en Turquía. Veamos a continuación por qué y cómo.

Debido a su posición geográfica y a los pobres manejos económicos llevados a cabo en los últimos años, Turquía es un país propenso a sufrir de procesos inflacionarios. A pesar de tener una economía bastante potente y en un crecimiento notable en los años 2000, la economía turca se fue ralentizando a partir del año 2015. El controversial suceso de intento de golpe de estado del 15 de julio de 2016 en contra del gobierno de Erdogan tuvo numerosas consecuencias. Por una parte, algunos organismos acusan de que este trágico suceso que cobró la vida de más de 200 ciudadanos fue un autogolpe perpetrado por el propio presidente, otros dicen que fue orquestado por las monarquías petroleras del golfo pérsico a manera de venganza por el apoyo de Turquía al sancionado país de Qatar.

Muchos aspectos políticos y jurídicos fueron modificados a partir de esa fecha, sin embargo, también fue a partir de este suceso que Erdogan abandonó cualquier postura relacionada al liberalismo económico (pues antes de 2016 había empleado algunas políticas que podrían ser consideradas a favor del libre mercado). El proteccionismo y el dirigismo estatal en la economía entonces cobró fuerza y Turquía bajó varios peldaños en índice de libertad económica. Paralelo a ello el nacionalismo impulsado por el partido de gobierno motivó a realizar políticas que van en contra del sentido común económico. El principal descalabro económico del gobierno de Erdogan ha sido el mantener artificialmente bajas las tasas de interés del banco central turco.

Ya que el presidente es un devoto musulmán, él percibe a la banca occidental como usurera, así que predica que el banco central turco debe de mantener los tipos de interés bajos, para así forzar a los bancos comerciales a ofrecer préstamos con tasas similares. Paralelamente a ello el déficit fiscal turco no ha parado de crecer y además de la deuda externa el gobierno turco decidió elevar algunos tipos impositivos y sobre todo emitir enormes cantidades de efectivo. Todas estas políticas nefastas anteriormente citadas son las que han producido que Turquía sea el tercer país con la mayor tasa de inflación interanual hasta el planeta, superado solamente por Zimbabwe, Sudán del Sur, Líbano y Argentina.

Tal como podemos observar en el presente gráfico, durante los últimos años las tasas de interés del banco central turco se mantuvieron artificialmente bajas, a la par que la inflación no paraba de crecer. Tanta fue la situación que a mediados del año pasado el gobierno turco debió resistirse en sus políticas y comenzó a subir los tipos de interés.

Son numerosos los estudios que han tratado de comparar las realidades económicas de Argentina y de Turquía, sin embargo, voy a poner el foco de atención en un estudio llevado a cabo por Heiner Flassbeck, exviceministro alemán de Finanzas, y Patrick Kaczmarczyk, consultor de la UNCTAD. Este estudio publicado por la ahora muy keynesiana London School Of Economics (LSE) data de febrero de este año y comparan la evolución de Argentina y Turquía. Al provenir de personas con la mentalidad socialdemócrata y keynesiana europea sostienen que la única manera de resolver el problema inflacionario en ambas naciones es mediante la cooperación entre el gobierno, las empresas y los sindicatos, con el apoyo de reformas de la arquitectura monetaria y financiera internacional. En otras palabras: endeudamiento e intervención estatal directa para frenar el proceso inflacionario mediante negociaciones para congelar salarios y precios. 

Este diagnóstico está completamente errado y explica por qué economistas serios como el propio presidente Milei acusa a los keynesianos de ser unos truhanes, prestidigitadores e impostores. Justamente al final del gobierno del expresidente argentino Alberto Fernández, el ministro de finanzas argentino Sergio Massa estaban negociando un congelamiento de salarios, esto se sumaba al ya congelamiento del precio de muchos productos y una inyección de liquidez a las personas mediante el popularmente llamado “plan platita”. Para efectuar este bochornoso y populista esfuerzo para ganar las elecciones más a desembolsó una cantidad superior a los 2.5 billones de dólares. El creía que una vez las personas tuvieran más liquidez y el tipo de cambio del peso frente al dólar se estabilice podía incrementar los sueldos y las pensiones. Sin embargo, olvidó un problema importante: el déficit fiscal gemelo que padece el gobierno argentino de forma casi endémica, sumada al endeudamiento y a una reducción agigantada del valor real de los salarios por culpa de la inflación. 

Es por ello que cuando Javier Milei comenzó a trabajar en sus políticas a partir del 10 de diciembre de 2023 su objetivo no solamente fue bajar dramáticamente la inflación, sino también recomponer los precios, los salarios y sobre todo evitar un riesgo de hiperinflación. Sus logros a un año de gestión son palpables en las cifras: a la fecha en la que esta columna fue escrita la inflación intermensual bajó a tan solo 2.7%, El riesgo país bajó a menos de 750 puntos (el más bajo desde 2019), por segundo mes consecutivo el valor real de los salarios comenzó a ganarle a la inflación, sin contar además con el superávit fiscal y cuasi fiscal conseguido durante 9 meses seguidos.

A pesar de que muchos libertarios critican a Milei por aplicar un plan de estabilización cuasi ortodoxo, sus políticas comprometidas por completo en acabar con el déficit público y el plan de reducir enormemente el tamaño del estado son dignos de admirar y reconocer. Obviamente los keynesianos y demás economistas ligados al mainstream económico pronosticaban que el gobierno iba a tropezar tarde o temprano con sus medidas y que además el no levantamiento del cepo iba a conducir hacia una devaluación forzada del peso y que por lo tanto este iba a valer de entre 3000 a 5000 pesos argentinos por un dólar estadounidense. Todos estos “econochantas” como el radical Horacio Rodríguez Larreta se equivocaron terriblemente con sus afirmaciones y predicciones, pues contra todo pronóstico el gobierno está sacando a la Argentina de la espiral de miseria que le impusieron los gobiernos anteriores. Aquí observamos la evolución del valor de los salarios respecto de la inflación hasta 2022:

En el caso de Turquía la realidad política es diferente, pues tan sólo el año pasado el presidente Erdogan ganó la reelección y se quedará en el poder por lo menos hasta 2029. Los ciudadanos turcos, cansados de ver cómo su moneda se devalúa cada mes y que además el gobierno no parece dar señales de poder solucionarlo ven con mayor interés lo que sucede en Argentina. ¿Cuál es el problema a mediano plazo? Parece difícil que el presidente Erdogan cambia el rumbo en su política económica salvo una hecatombe que lo obligue a mirar de nuevo hacia el liberalismo económico. Por otra parte la oposición a Erdogan (una coalición liderada por los socialdemócratas del CHP) tampoco parece tener medidas claras y contundentes para combatir la inflación.

Como mencioné en mi columna anterior, la oposición llamó como principal asesor económico al ahora ganador del Nobel de economía Daron Acemoglu, el cual en el discurso que dio en la asamblea general del partido exponiendo sus propuestas, simplemente ofrecía soluciones estatistas tal como las que ofrecieron el nefasto informe de la LSE que mencioné párrafos atrás. Una vez más los economistas neokeynesianos siguen impulsando el aberrante estatismo y crecimiento del estado. Creen que la inflación es un problema de salarios, cuando es un problema eminentemente de carácter monetario, causado por nefastas políticas fiscales y monetarias promovidas desde el gobierno. Sólo basta con ver el tema argentino donde ya no se han impreso billetes, sino que por el contrario se ha cerrado las fábricas que los producían y la única emisión que se dio fue para recomprar la deuda del banco central argentino.

Debido a que no hay nuevos pesos circulando en el mercado la divisa argentina es una de las que más se ha apreciado respecto al dólar en el último semestre. Y hay más, a pesar de que el presidente Milei promete que tarde o temprano va a cerrar el banco central y se va a dejar de emitir y emplear moneda nacional, la austeridad fiscal y sana política monetaria del ministro Luis Caputo se refuerza la idea que la inflación se la combate dejando de emitir moneda. 

Por último, pero no menos importante, una de las ideas que más atrae a los turcos y que puede ser tema de debate público en los próximos años es la idea de la dolarización. Cabe aclarar que de facto, parte de la economía turca funciona en dólares y euros, el país euroasiático también sirve como Hub financiero e intercambio de divisas. Sin ir muy lejos miles de rusos viajan a Turquía para poder obtener divisas extranjeras que no pueden obtener en su país debido a las sanciones Esto a su vez dinamiza la economía turca y la vuelve una parada obligatoria para todos aquellos que desean obtener divisas extranjeras.

Por tanto y por razones geográficas y económicas Turquía será un país mucho más plausible de eliminar su banco central y promover la libre circulación de monedas y uso de divisas, solamente que con el actual gobierno se antoja un poco difícil. Está claro que la pobreza intelectual de los socialdemócratas europeos hace que sigan cayendo en los mismos errores conceptuales respecto de la inflación y muestra por qué Europa está condenada cada día más al fracaso. Por otra parte, se espera que gobiernos como los de Javier Milei rompan los paradigmas keynesianos y neoclásicos, los cuales son el lastre que impide que haya políticas fiscales sanas y por tanto mucho menor riesgo de inflación.

Alejandro Arestegui
22 de noviembre del 2024

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